En dos entradas anteriores, de los
lunes 6 de julio y 3 de agosto, dije de los dos primeros elementos que se
dieron en la música, el ritmo y la melodía; hoy diré de la armonía.
La
armonía, por lo menos en el sentido que para nosotros tiene, era desconocida
antes del siglo IX de nuestra era; hasta entonces, toda la música había
consistido en una simple línea melódica. Los compositores anónimos que primero
experimentaron con los efectos armónicos estaban destinados a cambiar toda la música
posterior a ellos, por lo menos la occidental. El desarrollo del sentido armónico
es uno de los fenómenos más notables y artificiosos de la historia de la música.
Y
si en términos simples dije que el ritmo es aquello de la música que sentimos
que podemos bailar y que la melodía es aquello que sentimos que podemos cantar,
podría yo decir que la armonía es aquello de la música que acompaña a la melodía,
la adorna y enriquece, sin que sea otra melodía que se alterne o se oponga a la
primera, pues en este caso estaríamos en presencia de la polifonía.
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Pieza armonizada Vertical |
La
armonía resulta de "ordenar" simultáneamente, sonidos de diferente
tono, es decir, tocar varias notas al mismo tiempo, pero que suenen bien. Los que
grafican las cosas dirían que es un fenómeno vertical. Esto
implica que las reglas de la armonía siempre son provisionales, pues dependen
de la experiencia, los gustos personales y los estilos en uso. La armonía es el
elemento más cambiante de la música, y los estilos de la música, desde los
antiguos hasta los contemporáneos, dependen de sus características armónicas,
no de las melódicas o de las rítmicas.
Si hablamos técnicamente, debemos decir que la producción simultánea de varios sonidos engendra los acordes y que la armonía, considerada como una ciencia, es el estudio de esos acordes y sus relaciones mutuas. Ahora bien, el acorde necesita de tres notas por lo menos; dos notas solas no hacen un acorde. En los acordes tradicionales, una nota es la que marca el tono (tónica), y esta es la que le da nombre a todo el sistema armónico que acompañará a una melodía. Todos hemos leído en los programas de mano, que tal obra es en Mi bemol mayor, por ejemplo. Eso significa que, por lo menos al principio, la melodía será acompañada por acordes que tengan notas que combinen bien con el Mi bemol. Claro que, salvo en canciones muy sencillas, al rato cambia la tonalidad, es decir, el sistema armónico de una obra. El paso de una tonalidad a otra es lo que se llama modulación, y eso es todo un arte científico.
Ahora bien, esto de las tonalidades es muy importante para la emotividad de la música, pues los autores expresan, con la tonalidad, el estado de ánimo para su melodía. Hay tonalidades de la euforia, de la solemnidad, de la tristeza, etcétera, pero no son universales, sino propias de cada autor o de las épocas, de los estilos o de las naciones. Sin embargo, hay un cierto sentido general, un cierto orden cerebral universal, que le da valores emotivos a las diferentes tonalidades. De cómo ha cambiado la tonalidad desde el siglo IX hasta nuestros días, en que algunos dicen que desapareció, diré en otra ocasión. Por ahora, me quedo con la definición simple de que la armonía es el buen acompañamiento de la melodía.