Acerca de mí

Mi foto
Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

Seguidores

Archivo del Blog

lunes, 14 de agosto de 2023

DE LA TERCERA SINFONÍA DE BEETHOVEN.



194 fotos e imágenes de Young Beethoven - Getty Images
Beethoven joven






Corría el año de 1802 en Viena. Beethoven era un joven adulto, solicitado pianista y reconocido compositor de música. Había estrenado ya sus dos primeros conciertos de piano, compuesto sus dos primeras sinfonías, algunas de sus famosas sonatas para piano y piezas importantes de música de cámara. Por entonces se iniciaba su sordera y le confesó a su viejo maestro Wenzel Krumholz: "No estoy satisfecho con mis obras compuestas hasta la fecha. Desde hoy pienso seguir un camino nuevo". Ese camino fue la música romántica y lo abrió con su Tercera Sinfonía.


La música es una forma especial del pensamiento, más allá de la filosofía. Como tal, no se da aislada, sino como parte de los fenómenos sociales del momento. Ese camino nuevo sólo lo pudo abrir un hombre nuevo, imbuido del espíritu liberal que la Revolución Francesa había desencadenado y que los soldados de Napoleón se encargaron de difundir en ese microcosmos de la Europa revuelta de principios del siglo XIX, y de ahí a casi todo el mundo.

El Beethoven que terminó con la servidumbre de los artistas rompió también con los viejos moldes de la música clásica, ya colmados por Haydn, Mozart y él mismo. El hombre se sacudía de la prepotencia y la música lo seguía en su camino libertario. Como un Prometeo encadenado, tímido se presenta el tema del cuarto movimiento. Es el motivo de la libertad, que el genio de Beethoven va descubriendo en cada variación, hasta hacerlo aparecer altivo, fuerte y hermoso en la sexta de ellas. Después, Prometeo-Beethoven rompe las últimas cadenas de la antigüedad y se abre al inmenso mundo de la música romántica. No había forma musical de las conocidas hasta entonces que pudiera contener tanta emoción por el hombre nuevo, y Beethoven inventa una fantasía en la que, como un derroche de fuegos de artificio, aparece por todos lados, con colores y tiempos diferentes, el tema libertario, que se niega a dejarnos en una coda prolongada y jubilosa.

Napoleón Bonaparte Emperador - Imagen gratis en Pixabay ...
Napoleón Bonaparte, joven





Beethoven que creía en esta verdad, pensaba que Bonaparte, el Primer Cónsul de la República Francesa, era el Prometeo de los cambios sociales, y a la sinfonía la llamó Bonaparte. Cuando en la primavera de 1804 supo que Napoleón se había proclamado emperador, también supo que se convertiría en un tirano. Enojado, tachó el título de la hoja frontal y la rebautizó: "Sinfonía Eroica. Compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre". Bonaparte había muerto.



El primer tema del primer movimiento es el de Bonaparte, un verdadero motivo conductor que dirigirá toda la obra. Pero si se escucha bien, parece ser una variación más del de Prometeo en el cuarto movimiento. ¡Qué tema tan bello, festivo y sencillo! El segundo, más extenso, más armónico que de melodía, es un motivo de amor por el mundo entero. Pero si los temas se han criticado por algunas limitaciones, los desarrollos (que por primera vez en la historia de la música son dos para un movimiento sonata), son de los mayores logros de la música sinfónica de todos los tiempos, cuya sola existencia hubiera bastado para hacer de Beethoven el creador de la música nueva.

El pueblo, de hombres nuevos, gustó de la obra desde el primer momento. No así los críticos, antiguos y de mentes chatas, como aquel, que prefirió permanecer en el anonimato y que por estos desarrollos dijo que la obra era "demasiado extraña y áspera, con una música de comprensión enormemente difícil, que oscurece casi por completo su unidad".

El segundo movimiento es una Marcia funebre, que lamenta la muerte de los héroes, pero no sufre por ellos, pues los héroes verdaderos no sufren en su caída. Nunca se tocó para Napoleón, pero si para Beethoven, a quien el pueblo lloroso de Viena acompañó en su funeral en morado intenso, al ritmo muy lento de esta marcha en do menor.

El tercer movimiento es el Scherzo, que es el primero de aquellos grandes movimientos que Beethoven regaló al mundo antes que ningún otro músico, en los que la comedia y la tragedia se encuentran tan espontáneamente combinadas. La comedia es el tutti de las partes primera y tercera. La tragedia está en el trío, con su coro de tres cornos, que por primera vez en la historia de la sinfonía se usaron.

Portada original de la Tercera Sinfonía.
Está tachada, por Beethoven mismo,
la dedicatoria a Bonaparte.

En 1820, en la pequeña taberna Zur Rose, mientras degustaban un tierno vino blanco de Heiligenstadt, el poeta Christoff Kuffner le preguntó al ya sordo Beethoven, cuál de sus ocho sinfonías era la predilecta (aun no escribía la novena). Sin duda y con énfasis, contestó "la Eroica". Aún hoy, después de la Novena, habemos muchos que mantenemos a la Tercera como nuestra favorita.