Acerca de mí

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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 13 de mayo de 2021

INTERMEZZO 17. ROSAS DE MI COLONIA Y OTRAS COLONIAS



Este intermezzo es monotemático. Sólo son rosas, no todas de mi colonia y todas de cultivo residencial. No todas son recientes, pero  ninguna es muy antigua. Todas son de teléfono celular y a todas las amo mucho.
Estas tres se asoman a la ventana a saludarme cuando paso. Gracias.





















































































































































































Todavía habemos algunos      viejos que gustamos de la fotografía en blanco y negro.



lunes, 10 de mayo de 2021

LA MÚSICA COMO LENGUAJE


 

En la entrada del 1 de febrero en este blog, dije que la música puede entenderse como arte, en el sentido de que expresa belleza a través de los sonidos. No requiere ser entendida para disfrutarse, tiene sus propios elementos estéticos y reglas que la norman. También me referí a la música que algo dice, la música como lenguaje, entendiendo por éste un código que permite comunicar ideas. Sobre esto escribo el día de hoy, quizá tratando de ordenar conceptos en mi mente.

He mencionado que hay equivalencias entre la música y el lenguaje verbal, recordando que un sonido en la música es comparable a un fonema, un melisma es lo que una sílaba, un motivo es una palabra y un tema es una frase. Y así como el lenguaje verbal tiene áreas determinadas del cerebro para integrarse, entenderse y emitirse, la música también las tiene.

Pero ¿qué dice la música? le preguntaron sus hijastros a María en aquella deliciosa comedia musical que se llamó La Novicia Rebelde. Entonces ella le puso palabras a la música y los niños entendieron. Pero ese no es lenguaje musical, es de las palabras, dichas en un tono y puestas en una melodía y un ritmo. El lenguaje de la música no necesita de vocablos. Cuando los usa, tal arte se llama canto y su mensaje es verbal.

El mensaje musical más fácil de entender es el de la música programática, es decir, aquella que quiere expresar con sonidos musicales, imágenes visuales o ideas. Por supuesto que el autor tiene que decir, en el título de la obra o en alguna nota aparte, que significa su música, pues salvo la imitación de sonidos de la naturaleza o los disparos de cañones, nadie puede decir con música que el cielo es azul o que el autor es desdichado.

La música de programa es reciente. No hay evidencia de ella antes del siglo XVI. En la época barroca hay que recordar principalmente a Vivaldi, con su muy famoso ciclo de conciertos Las Estaciones. Cada uno de ellos trata de describir el paisaje y el estado de ánimo en la primavera, el estío, el otoño y el invierno. Entendemos el mensaje porque conocemos el título y hay quien conoce los sonetos descriptivos de cada obra. En sus conciertos de flauta La Tempestad de Mar o El Pinzón, imita sonidos de la naturaleza. 

Durante la época clásica no se dio bien la música de programa y los nombres que tienen las sinfonías de Haydn fueron arbitrariamente puestos por sus editores, no por él. La Sinfonía No.  45, “Los Adioses”, dijo algo en un momento determinado, pero no con las notas, sino con la salida progresiva de los músicos. Es cierto que Beethoven hizo música de programa y el ejemplo mejor es su Sinfonía Pastoral, pero entonces ya era un romántico.

Pues es en la romántica, aunque no en la temprana, cuando esta música cobra su auge mayor. Es la época de los sueños de amor, de las músicas incidentales, de las sinfonías fantásticas, de las flores que algo le dicen a Mahler y de ese colmo y cumbre de la música de programa que es Cuadros de una exposición de Mussorgsky. Y tanto la hemos oído, que creemos poder trocar a nuestro lenguaje el de la música y así saber si un autor era feliz o desgraciado cuando escribió tal o cual obra.

Pero eso no es posible. La música absoluta, que es la mayoría de la música de arte, no se puede traducir a lenguaje verbal. ¿Qué quiere decir esa música?, le preguntaron a Beethoven acerca de su Sonata Opus 57, Appassionata. Como única respuesta se sentó al piano y toco los ocho primeros compases de ella. Es que la música no es un relato, no es una pintura, no es una filosofía. Por ser una forma especial del pensamiento, la música nada puede expresar fuera de sí misma. Cuando así la entendamos, habremos llegado a ella, más allá de la fe, de la ciencia y de la razón; con el sentimiento.


Pero Franz Liszt pensaba diferente de lo aquí escrito: