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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 14 de enero de 2021

INTERMEZZO 9. DE LA "VEGETALIA" DE MI COLONIA

Vuelve un Intermezzo de reposado disfrute estético visual: una “floralia” más de mi colonia. Reflexionando sobre el término, encuentro que la entrada de hoy entregará a ustedes bellas imágenes de flores, pero también las hay de hojas, frutas y árboles completos, por lo que creo que el término “floralia” le queda chico y lo he cambiado por “vegetalia”. Creo que habrá hongos también, que aunque no son vegetales según la última revisión taxonómica de los sabios correspondientes, los incluiremos en esta o en algún intermezzo posterior. Así pues, que ustedes lo disfruten como yo lo he hecho al prepararlo.

Mi colonia está en alto y mis diarios andares por ella me llevan por subidas, bajadas, pocos planos, calles con banqueta, calles sin banqueta, mucha tierra, avenidas, lotes baldíos y casas de muchos tamaños, estilos, y costos. En todos los rincones se me presenta la vegetalia, sea silvestre urbana, sea cultivada en jardines interiores o cultivada en la calle. Es hermosa, mucho la disfruto y por ello la comparto.



En mi colonia, la vegetalia silvestre urbana se da sola, sin cultivo alguno. Se aparece  en el piso de cemento, arrollo o banqueta, en los llanos, en las paredes, en los techos; en lo seco y en lo húmedo, en lo soleado o a la sombra y creo que hasta en el aire.

A la derecha, surgiendo de la pared de concreto de una casa. Nadie la sembró ni la cuida ni la maltrata.







Dos curiosos o curiosas.











Adorno navideño en un jardín interior, tomado desde la banqueta a través de la reja.







            Bella ramita seca en el arrollo.
               Completa su historia natural.











¿Me indicas un camino,
amada Ave del Paraíso?









           De un jardín cultivado en la calle.













Hojas que parecen flores al trasluz.










                        Colorido arte floral en el cielo











¡Belleza y misterio!





Para volver al cielo

lunes, 11 de enero de 2021

DE LA CUARENTENA POR COVID-19 Y LOS VINOS VIEJOS (2)

 La historia se repite, no cabe duda. Se repiten historias y el año que terminó, el 2020, se repitieron tres. La primera, una pandemia muy agresiva por virus que mata por afección respiratoria; el CoVid-19 repite la pandemia de influenza del 1918, que causó más muertos que la de ahora, pero fue menos extensa en el mundo.

La "Estrella de Belén" desde Morelia

La segunda, reaparece “la estrella de Belén” en el horizonte vespertino de todo el mundo después de 794 años.  Sabemos que no es una estrella, es la conjunción de los dos planetas más grandes de nuestro sistema solar, Júpiter y Saturno, pero se ven como una estrella hermosa. Nada tuvo que ver esta conjunción con los Reyes Magos y el nacimiento de Jesús de Nazaret.


La tercera es local, tan local como en mi casa y la repetición es en el mismo año, el 2020, en relación con la pandemia por CoVid-19 que nos afecta. El evento primero ocurrió en junio y tanto me conmocionó que dio lugar a la creación de este blog, pues yo necesitaba un espacio para quejarme ante el mundo por lo ocurrido y para festejar con el mundo lo consecuentemente ocurrido. Estas experiencias están referidas en la primera entrada de este blog, de fecha 21 de junio, día de mi cumpleaños.

Ahí está descrito mi pesar porque en la pequeña cava de la casa se había agotado el vino tinto de mesa para el consumo diario para comer o cenar. Se agotó no porque se bebiera de más, sino porque no se reponía; la pandemia nos tenía aislados y aún no sabía comprar en línea. Hay una fotografía triste de la cava vacía y una del apartado para los vinos espumosos blancos (champaña o de su tipo) que se reservan para festejos especiales, particularmente los de fin de año. Ésta no estaba vacía.

Apartado para especiales, junio 2020

Cava casi vacía, junio 2020

Lo festivo de esa entrada primera era que la falta del vino de uso diario me había obligado a abrir botellas enteras (no medias ni cuartos) de vinos muy viejos, de más de treinta y cinco años guardados. Según dicen los que dicen que saben, esos vinos ya no son bebibles, ya pasaron del buen añejamiento a echados a perder. Me la jugué; con todas las precauciones y cuidados especiales las abrí y ¡oh, maravilla!, de lo mejor que he bebido, experiencia distinta a cualquiera otra previa por suaves, tersos y añejos. Eso fue histórico.

Seguimos viviendo confinados, comiendo y bebiendo bien, sin excesos y verdaderamente disfrutando lo disfrutable del confinamiento, que para nosotros ha sido mucho. Llegaron las fiestas de fin de año, la Navidad y el Año Nuevo, que siempre han sido motivos familiares de convivencia festiva y gozosa. En el 2020 fue lo mismo, con la “familia pequeña”, mi esposa y yo. Sin salir del aislamiento nos hicimos de vituallas propias de la estación y para el Año Nuevo había que bajar la champaña del apartado correspondiente. Me trepo a la escalerilla para buscar y mira que no encuentro algo digno de bajar. No champaña y sí uno que otro vino espumoso blanco de no muy buena catadura. Pero bueno… ¡no hay más y bájalo ya, Rogelio!

Era un vino blanco espumoso catalán, con botella y encorchadura champañescas, totalmente cubierto de polvo endurecido y pegajoso. Sin mucha consideración de delicadeza en el transporte y manejo, pues era vino blanco, lo llevé a la llave del agua y lo dejé presentable: es el de la imagen de la izquierda, un CRISTALINO BRUT.

Todo bien, excepto que la fecha de vendimia es 1997; eso significa que tenía en mi cava veinte años. De nuevo a tomar en cuenta lo que dicen los que dicen que saben: “ese vino es muy viejo, ya no es bebible, está echado a perder”. Pero bueno…, no quedaba otro mejor para la comida de Fin de Año. Abrí la botella con el protocolo de esos vinos: seis vueltas a la izquierda a la llave de alambre que evita que el gas que producen los vinos espumosos bote el corcho; con cuidado y sin agitar, girar éste con leve tracción y ¡puff!, abierta está y no se tiró nada. Tenía gas, estaba espumoso y burbujeante. Servirlo en las flautas champañeras y a probarlo. Excelente vino, chispeante, sin nada que de aroma, vista o sabor denunciara vejez o perdición; es más, muy sabroso y no hay que hacer comparaciones. El que hoy abrí es el mejor.

Bebimos de ese CRISTALINO BRUT sin embriagarnos ni enfermarnos y sí, con mucho gusto. He tomado una resolución: No volveré a hacer caso de  recomendación alguna de los que dicen que saben; creo que no saben o por lo menos, no saben tanto como dicen.