Dmitri Shostakovich 1906 - 1975 |
"Siempre resulta grato repasar emociones vividas, recuerdos que dejaron marca en la vida. Así, ahora voy a repasar momentos vividos en la música con intensa emoción. Ello quizá los distorsione, pero tienen los méritos de la honestidad y la frescura, que así permanecen en mí.
Muevo mi máquina del tiempo hasta el mes de noviembre de 1959. Era un otoño muy frío en la Ciudad de México. Como parte de los programas de acercamiento cultural de la Unión Soviética, estuvieron en nuestro país Dmitri Kabalevsky y Dmitri Shostakovich. Dieron varios conciertos, sinfónicos y de cámara, de los cuales sólo asistí al primero, a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Mexico, el jueves 26, en el Palacio de Bellas Artes. Ese día me despedí de la capital por casi un año.
La segunda obra de la primera parte fue el Concierto para violín y orquesta de Kabalevsky. La orquesta la dirigió el propio autor y el solista era un joven violinista soviético. El concierto, un modelo de modernismo, se escuchó con el respeto de un público embrujado, que casi no respiraba para no perder nota o imagen de una música que no estábamos acostumbrados a oír, pero que no molestaba. Se gustaba el doble al saber que la recreaba su autor y éramos testigos de ello. Al término de la obra, el aplauso fue tímido, no por disgusto, sino porque estábamos anonadados ante un arte nuevo y contemporáneo, bello y trascendente.
Programa de pared del concierto del 26 de Noviembre de 1959 en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. |
Pero el concierto creó un ánimo preparado y receptivo para la segunda parte del programa cuando, bajo la dirección del maestro Alexander Gauk, se interpretó la Quinta Sinfonía de Shostakovich. Obra de rebelión del artista presionado por el oficialismo en el arte, que hubo de retomar los caminos líricos y dramáticos de su naturaleza y crear obras épicas, en el sentido absoluto de la palabra. Esa obra es la apoteosis de la individualidad. Es la expresión de un solo hombre, con sus emociones, sus dudas y sus experiencias vitales. Es una obra autobiográfica, esencialmente optimista.
Los tres primeros movimientos se escucharon con emoción creciente que se sentía por dentro, aunque por fuera todo era silencio. En el cuarto movimiento se resumen las experiencias vitales del autor y su rebelión ante la censura aparece como un canto sublime de gloria. Así fue la respuesta del público al terminar. Y recuerdo las lágrimas en los rostros de muchos de nosotros ante la presencia del autor, del tímido genio que, doblado del cuerpo por la emoción, ni siquiera podía moverse para agradecer a un público que, rendido, lo vitoreó de pie y lo rodeó de flores por muchos minutos. Fue el homenaje al músico y al luchador por la libertad."