Acerca de mí
- Rogelio Macías Sánchez
- Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022
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lunes, 17 de febrero de 2025
MÁS "CURIOSIDADES" DEL VINO
No hay que creer que los vinos de antaño eran una delicatesen conforme a los estándares actuales; hace dos mil años los mejores vinos eran bastante malos y los peores eran prácticamente imbebibles. Con tal de cambiarle su terrible sabor, al vino se le agregaba de casi todo; los más sensatos añadían agua, hierbas o especies, pero el mundo estuvo y sigue estando lleno de insensatos, así es de que, imagínense...
Al principio el vino era bebida de chamanes por sus poderes embriagadores; eso, sin olvidarnos de sus efectos afrodisíacos. También durante cientos de años fue cosa de curanderos, siendo como una medicina y un antiséptico, aunque a las bacterias de antes y a las de ahora les gusta vivir en entornos etílicos. Y también ha venido siendo una bebida de las castas superiores, donde solo "los de arriba" tienen acceso a la misma en sus celebraciones.
Decía un historiador que "los pueblos del Mediterráneo empezaron a emerger del salvajismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid". Lo interesante es que lo dijera el historiador y militar ateniense Tucídides en el siglo V antes de Cristo. Los griegos definieron como una auténtica barbaridad el atreverse a beber un vino sin diluir. Sin embargo, el vino tenía un poderoso efecto sobre la mente, y el comportamiento con la idea de agarrar una buen a borrachera sedujo a todos los pueblos mediterráneos. Eso estaba muy por encima de los criterios del paladar. De hecho, los griegos comerciaron con sus vinos tan lejos como pudieron. Se calcula que los fragmentos de las ánforas depositadas en una zona del lecho del Río Sena, representan entre cinco y diez millones de litros de vino.
Diciendo de técnicas de vinificación, los griegos solían fermentar sus vinos en tinas revestidas con resina de pino, buscando suavizar sus calamitosas propiedades emborrachadoras y de conferirle una mejor y más larga conservación. Los romanos, siempre tan modernos y sofisticados, eran capaces de envejecer un vino durante años puesto que sellaban las ánforas con cera y las marcaban con el año productor, el viñedo y hasta el tipo de uva. Su vino más famoso fue el vino blanco dulce falerno, elaborado con uvas Aglianico y Greco, en las laderas del Monte Falerno, cerca de la actual Nápoles.
Vista actual del Monte Massico, nombre ahora del viejo Monte Falerno. Se cultivan vides en él, pero nada que ver con los vinos de los romanos de hace dos mil años. |