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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 9 de mayo de 2022

DEL MODERNISMO EN LA MÚSICA, 1.


Hoy diré de la música que se dio en el siglo XX. Antes se vivió el romanticismo, con sus bellezas y defectos, y aunque los impresionistas ya lo habían sacudido, alcanzó a darle la vuelta al siglo con sus melodías extendidas y sus programas idealistas. Su ciclo estaba por cumplirse, pero algo precipitó su finiquito: la Gran Guerra Europea, la Primera Guerra Mundial.

De pronto, el mundo occidental cuenta se dio que los ideales que lo habían sostenido durante más de cien años se derrumbaban. El mundo no era bello, sino feo; las mezquinas ambiciones de los individuos eran más poderosas que los sentimientos populares de Libertad, Igualdad y Fraternidad y el mundo "civilizado" se envolvió en la aventura destructiva más grande que hubiera conocido: la Primera Guerra Mundial.

Nadie más, bueno... salvo algunos como Rachmaninoff, siguieron haciendo música con el lenguaje melódico de la ternura y los programas sentimentales que recordaban a la naturaleza. La música se puso a tono con los tiempos, difícil y agresiva, y por primera vez en la historia los artistas hicieron el arte que sentían, no el que la gente les pedía. Los artistas protestaron antes que el pueblo.

Arnold Schoenberg                      Igor Stravinski
       1874 - 1951                            1882 - 1971


Y apareció Arnold Schoenberg con su Pierrot Lunaire, atonal y contrastante, para expresar la tensión y la ansiedad, que eran el estado de ánimo característico del siglo. Stravinsky, con sus ritmos bárbaros y la primitiva ferocidad de la Consagración de la Primavera, cuyo catastrófico estreno es el signo de la ceguera burguesa ante los nuevos tiempos.

Al término de la guerra, los nuevos útiles a disposición de los compositores les permitieron expresar las nuevas dimensiones del sentir. Estaban en libertad de usar o no la melodía, de romper la tonalidad y emplear disonancias yuxtapuestas en busca de efectos emocionales especiales, de inspirarse en escalas orientales o en modos antiguos. Quedó el camino abierto para la renovación, que algunos usaron con demasiada flexibilidad, haciendo de la música un campo experimental del sonido que se desligó emocionalmente de los oyentes. Esto, aunado a la aparición del disco gramofónico, alejó al público de las salas de conciertos.

Pero ocurrió la contrapartida, que fue el neoclasicismo. Hubo quienes dejaron el atonalismo para retomar las armonías tradicionales, y aquellas que Debussy había descubierto. Se olvidó el polirritmo, pero se tomaron los ritmos tan firmes de los rusos y se regresó a la polifonía. Volvió a campear la melodía tan extendida por Wagner y Mahler; y la dinámica, quizá el más emocional de los elementos de la música, se hizo de una importancia desconocida hasta entonces. La forma sonata, aunque modificada, se volvió a cultivar y el nacionalismo, que parecía superado a fines del siglo XIX, reapareció con fuerza. Sibelius en Finlandia, Vaughan Williams en Inglaterra, Bela Bartok en Hungría, Prokofiev y Shostakovich en Rusia, Carlos Chávez y Silvestre Revueltas en México, Villalobos en Brasil, tomaron de las raíces musicales de sus pueblos para hacer su música y a su vez enriquecieron el folclore de sus países.

          Carlos Chávez                                 Silvestre Revueltas
     1899 - 1975                                           1899 - 1940

La ópera amplió las posibilidades del drama musical para expresar el horror o la locura. La vida de un libertino (1952), de Stravinski, le dio una nueva contextura a la ópera, utilizando una tonalidad ambigua, delicados cambios que encajaran con las sílabas exactas del verso y citas hábilmente entrelazadas de toda una diversidad de música tradicional, que fue hasta Mozart. En fin, el músico se volvió a comprometer emocionalmente con su público.

Estas dos corrientes modernas, el atonalismo y el neoclasicismo, no se han excluido. Se han separado, pero siguen transcurriendo con pujanza. Los avances técnicos en la producción del sonido les han abierto un campo enorme de experimentación artística, pero conservan sus principios.

Hay más que decir de la música contemporánea; de ello diré en la próxima entrega que trate de música.