El mundo del vino no deja de sorprendernos. Petrus 2000 es un vino de Burdeos que estuvo 14 meses en la Estación Espacial Internacional en 2019. Fue un lote de 12 botellas que acompañaron a 320 cañas de vid para investigar como se adaptan las plantas a las condiciones del espacio. Las bajaron del cielo y ya se abrieron tres que se dieron a degustar a personalidades que supuestamente saben de catar vinos. De las pocas opiniones que se han abierto al conocimiento público, las más significativas coinciden en que la estancia extraterrestre aceleró el proceso de maduración y enriquecimiento hasta en tres veces. Esta aritmética no la acabo de entender, quizá porque no soy sommelier.
Otra botella del lote está por subastarse o venderse en algo así como un millón de dólares y quizá ya sucedió. Esto tampoco lo entiendo, pero son las extravagancias de los ricos modernos.
Las ochos botellas restantes se van a conservar para estudios de evolución de resultados en plazos mayores. ¡Ufff!
La historia del vino y su comercio tiene también un lado oscuro. Son muchos los relatos sobre el fraude en el vino. Galeno sospechaba que había más vino falerno (vino muy codiciado y caro en la Roma de los primeros años del Cristianismo) en el mercado del realmente producido en la zona. ¿Quién puede ahora reprochar a los italianos que pusieran olivos de cartón piedra para justificar su producción ante la Unión Europea?
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Emperador Domiciano (51 d.C - 96 d.C.) |
Lo de la competencia mal llevada viene también de aquella época: en el año 92 d.C., el emperador Domiciano decretó levantar todos los viñedos de la región de Cahors (ahora Burdeos) en la que se producían unos vinos bastante exitosos en el mercado. La razón que se dio fue que el Imperio necesitaba trigo urgentemente, pero de paso se llevaron por delante a los principales competidores de las exportaciones de los vinos italianos. ¡Será por falta de suelo en el Imperio! Con Roma de capa caída, el vino siguió produciéndose masivamente en el Mediterráneo oriental (Imperio Bizantino) y por la Ruta de la Seda viajó hasta China, a la que arribó en el siglo VIII d.C.
Decía un historiador que “los pueblos del Mediterráneo empezaron a emerger del salvajismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid". Lo verdaderamente curioso es que lo dijera el historiador y militar ateniense Tucídides en el siglo V antes de Cristo.
Los griegos definieron como una auténtica barbaridad el atreverse a beber una cerveza o un vino sin diluir. Sin embargo, el vino tenía un poderoso efecto sobre la mente y el comportamiento y beber con la idea de agarrar una buena borrachera sedujo (y sigue seduciendo aunque con algunos matices) a todos los pueblos mediterráneos; eso está muy por encima de los criterios que afectan al paladar. Los griegos comerciaron con sus vinos tan lejos como pudieron; se calcula que los fragmentos de las ánforas depositadas en una zona del lecho del río Sena (del norte de Francia pasando por París) representan entre cinco y diez millones de litros de vino.
Aunque para nosotros es un acto normal de celebración, todavía hoy se desconoce exactamente cómo nació el brindis. Para algunos, tiene sus orígenes en la Antigua Roma ya que este pueblo consideraba que el vino debía disfrutarse con los cinco sentidos, oído incluido. Para otros, la raíz del brindis está en la Antigua Grecia y el gesto en sí era cuestión de precaución: brindar implicaba demostrarle al invitado a nuestra mesa que la copa no estaba envenenada, algo que despertaba muchas suspicacias cuando se brindaba con agua.
¡ Salud !
Pero a pesar de estos orígenes lejanos, muchos defienden la teoría de que el brindis, tal y como lo conocemos en la actualidad, se remonta a la Alemania del siglo XVI. Es más, algunos historiadores dan fe del momento exacto en el que nació el brindis: en la celebración de la conquista de Roma por las tropas de Carlos V. ¿Será?