Del vino hemos dicho mucho en este blog; de hecho, es uno de los motivos primeros de su existencia, si no es que el primero. El vino es muy generoso, particularmente para su degustación, pero tiene una historia tan antigua, extensa y compleja, que da lugar a decir mucho de él. Sin embargo, considero que lo mejor del vino es degustarlo, y lo demás sale sobrando. Pero es bueno enterarse y decir de lo que a uno le gusta; es por ello que existe esta página.
El tema del vino es tan complejo y extenso que creo que una vida entera no alcanza para comprenderlo todo. Pequeñas gotas de conocimiento de tal elixir han sido vertidas aquí, con la ganancia que al preparar cada una de las entregas, aprendo algo de todo lo que me falta. Y los temas interesantes del vino son tantos y tan distantes algunos de ellos, que siempre se encuentran novedades muy antiguas y nuevas para uno.
Así, el tema de hoy trata de como se han sellado, a lo largo de milenios que tiene de existir y consumirse el vino, los recipientes que lo contienen, pues el vino es muy chiqueón; pero el énfasis está en lo que ahora se usa.
Digo que el vino es muy chiqueón, entre otras cosas, porque no tolera estar en contacto con el aire y su carga de oxígeno. Expuesto a este elemento se oxida, acaba por perder su sabor y después a saber mal y ni siquiera emborrachar a los bebedores en exceso; se avinagra. Hay vinos que duran muchos años en botella y al cabo de ellos se sacan a degustar, están excelsos, porque han madurado sin oxígeno. Eso se ejemplifica en entradas antiguas de este blog, que recomiendo leer antes de seguir adelante o después si ustedes prefieren. Las fechas de publicación son el 22 de junio del 2020 y el 11 de enero de 2021.
Se afirma que la vinicultura tiene siete mil años de antigüedad y las constancias de ello son la conservación de vasijas de barro o arcilla de esa antigüedad que conservan residuos sólidos que confirman que contuvieron vino; provienen del Cáucaso y de Egipto, pero no hay indicios de cómo lo sellaban, pero seguramente lo hacían. Es de pensar que se tapaban con los mismos elementos: arcilla y barro, pero esto es sólo una suposición.
| Botella de vino romana, siglo IV d.C. Contiene vino y está sellada. |
... Dom Pierre Pérignon, un monje benedictino francés, abad de Hautvillers, a quien se le atribuye la invención del método para la fabricación de la champaña, nada menos, pero también introdujo el corcho como material para sellar las botellas de vino y así evitar su oxidación y perdición. Desde entonces, sigue siendo el material preferido para sellar las botellas de vino e indispensable para las de champaña.
El corcho es la corteza del alcornoque, un hermoso árbol mediterráneo. Los principales sembradíos están en Portugal, España, Italia y el norte de África, la región de Gibraltar. Es un árbol que necesita por lo menos treinta años para madurar y ofrecer una corteza productiva de corcho, pero puede vivir hasta cien años así. La producción mundial anual es de unas 340.000 toneladas y sus propiedades físicas, que lo constituyen en un tejido vegetal casi ideal para los fines de sellar botellas de vino, son ligereza, elasticidad, impermeabilidad, gran poder calorífico, facilidad de manejo, bajo contenido de agua y que es aislante térmico. Sin embargo, no es perfecto, pues como podrán ustedes leer en las entradas de este blog que recomiendo arriba, se dan casos de que botellas de vino con muchos años de mantenimiento horizontal, el vino acaba por penetrar al corcho, lo pudre y lo deshace, echando a perder, de paso, al vino.
Ahora bien, el enorme crecimiento actual de la industria vitivinícola ha rebasado ya las posibilidades del abastecimiento de corcho para cerrar todas las botellas de vino que se producen en el mundo y los productores han incentivado a los diseñadores de cosas raras en el mundo para encontrar otros medos de sellar esos pequeños y hermosos contenedores del milenario néctar que se llama vino.
Así, han aparecido los "corchos" de plástico, que no son corchos, son cilindros de un material plástico idóneo que los remeda casi perfectamente y no se pudren. A los viejos expertos gustadores del vino no les gustan estos nuevos tapones, pero finalmente ocurrirá que ya no habrá corchos vegetales. Al momento, yo si distingo bien si el "corcho" de una botella que abro es vegetal o de plástico y no me molesta si veo que es de plástico.
Pero hay más, después de los tapones de plástico han aparecido las botellas de vino cerradas con tapón de rosca metálico, que mantienen el vino en perfectas condiciones, por los años que sean y con la ventaja de que pueden guardarse las botellas paraditas, verticales y ocupando menos espacio. Las cavas familiares actuales son menos vistosas que las antiguas, pero más funcionales por mejor utilización del espacio disponible.
Tapones de botellas de
vino de corcho y de plástico.
Los de plástico son más claros,
más lisos al tacto y con cierto brillo.
