Acerca de mí

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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 15 de noviembre de 2021

¿QUIÉN SOY YO PARA DECIR O ESCRIBIR DE MÚSICA?

Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México.
Mi recinto musical favorito en todo el mundo

 Nací en la ciudad de Puebla en el año de 1937, mismo en el que murió Maurice Ravel y se descubrieron las sulfas, que son los primeros antibióticos. Mi natal ciudad la conocí a los veinte años, pues desde los tres fui un capitalino recalcitrante. En esa entonces hermosa Ciudad de México aprendí el arte de escuchar la música al mismo tiempo que las primeras letras, las dos cosas de mi madre. Fui un chico normal que terminó la carrera de médico cirujano en 1959 en la Universidad Nacional Autónoma de México. Para entonces, mi progenitora había fracasado en el empeño de enseñarme a tocar el piano, pero yo había ganado mucho en el gusto por escuchar la música y disfrutar la ópera. Además, era fanático beisbolero de los Azules de Veracruz y después de los Tigres de México y aficionado taurino buen conocedor, que vi desde Armillita y Manolete hasta Mariano Ramos. Soy neurocirujano, ahora en retiro, certificado por el consejo mexicano de la especialidad.

Mi trabajo profesional me despegó de algunas actividades, pero no de la música, y con mi esposa y por nuestras especialidades médicas, hemos viajado por el mundo, consumiendo todo lo que de música buena haya en cada lugar. En Morelia me he hecho amigo de los músicos. 

Entre los personajes de la música que mucho me honra el haber escuchado  personalmente, están Maria Callas, Herbert von Karajan, Otto Klemperer, Aram Jachaturian, Dmitri Shostakovich, Plácido Domingo, Sergiu Celibidache, Carlos Chávez, Luis Herrera de la Fuente, Andrés Segovia, José Iturbi, Leonard Bernstein, Jascha Heifetz y su Stradivarius, Gerhart Muench, Eduardo Mata, James Levine, Pierre Boulez, Jordi Savall, Philip Glass y muchos otros, a  los que luego recuerdo para platicar con los amigos. Además, haber visto la puesta en escena de El Anillo del Nibelungo de Wagner por Patrice Chérau.

En la actualidad me desempeño como jefe de una familia de dos miembros, neurocirujano retirado y neurólogo activo y amigo de la música. Entre mis defectos, reconozco una ignorancia soberana del jazz y una grave intolerancia a la música atonal, lo que me ha valido reclamos y jalones de orejas. Me gusta juntarme con la gente inteligente, pero no estoy muy seguro de que a la gente inteligente le guste juntarse conmigo. Y desconfío de los que están de acuerdo conmigo, pues pueden estar equivocados.

Foro y lunetario del Palacio de Bellas Artes
Quizá los más hermosos del mundo

Ése soy yo, el que cada martes y durante más de veinticinco años escribió una columna periodística para comentar la música y criticar a los músicos, columna que sólo ostentó como virtud la sinceridad, con todos sus atributos. Siempre escribí de música, pero no siempre para comentar un evento al que hubiese asistido. Muchas veces hube de recurrir a la intimidad de mis recuerdos, a la historia, a la filosofía o a la teoría de la música, lo que me obligó a aprender de estas disciplinas. Creo que en este terreno he tenido buenos logros, que ahora me siento en la necesidad y obligación de compartir; al fin y al cabo es testimonio y muestra de un pequeño, pero valioso, sector de cultura de mi país.