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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 8 de agosto de 2022

¿ES ACASO QUE ESCUCHAMOS CON LOS OÍDOS...?


 “¡Te escucho con mis oídos!”;
es una frase frecuente, pero es falsa.











En el recién pasado mes de Julio aproveché mis ahora dilatados tiempos libres para hacer la novena lectura de mi novela favorita y quizá la novela favorita de la humanidad: El ingenioso hidalgo DON QUIJOTE DE LA MANCHA de Don Miguel de Cervantes Saavedra, en sus dos grandes partes. Fue mi segunda lectura en dispositivo electrónico y la disfruté tanto como mis lecturas anteriores

Estaba en los primeros capítulos del segundo libro cuando me dije a mi mismo: ¡Qué hermoso suena el castellano del siglo XVII! Casi de inmediato reflexioné: ¿Cómo que suena, si estoy leyendo en silencio? Continué la lectura y me siguió sonando hermoso. ¡Ya! Es que escuchamos con el cerebro, no con los oídos, así como vemos con el cerebro y no con los ojos. (Ver la entrada del 30 de noviembre de 2020 de este mismo blog).

Oír escuchar, es tener conciencia de la información que recogen, conducen y entregan las vías auditivas, interpretarla, reconocerla, ser capaz de guardarla en la memoria y de llamarla cuando se quiera o cuando se necesite.

Alguien que ha sufrido una lesión grave de los dos oídos, no oye; otro, con los oídos sanos pero con daño en estructuras y regiones muy precisamente definidas en el encèfalo, puede oír, pero mal, al grado que lo que oye no lo pueda reconocer ni interpretar, lo que no permite una función auditiva cabal; no oye, no escucha en el sentido final y completo del término. Sus oídos están bien, pero no el sentido del oído.

Los nueve sentidos de que disponemos como fuentes de información de lo que está fuera de nosotros, de lo que no es parte de nosotros, tienen una organización anatómica y funcional similar que ya describí en entradas anteriores relativas al sentido de la vista, de la propiocepción y la orientación espacial y la aclaratoria de que tenemos nueve sentidos y no cinco (ver la entrada del 30 de mayo de 2022 de este mismo blog). Todos consisten en receptores nerviosos periféricos especializados en transformar señales analógicas en digitales y vías nerviosas que conducen estas señales, a través de varios pasos por núcleos profundos de neuronas hasta la corteza cerebral especializada para cada sentido. Ahí es nuevamente transformada en analógica y se asocia con información antigua memorizada e información actual de otros sentidos y es ahí y entonces cuando vemos, oímos, sentimos, nos duele, tenemos sabor u orientación espacial, etcétera.

Así es el sentido del oído y empecemos con la porción anatómica más externa, la analógica, la que no es nerviosa.

Corte coronal del peñasco del hueso temporal;
se muestran las tres porciones del oído.


La porción no nerviosa del sentido del oído se aloja dentro del hueso temporal de la base del cráneo, en el oído mismo; consta de tres porciones: el oído externo, el medio y el interno.

El externo, cubierto de piel, es el conducto que trasmite del exterior las vibraciones que son la forma física, analógica, del oído. Termina en el tímpano, que es como el parche de un tambor. Continúa hacia adentro (hacia la derecha y de color morado oscuro en nuestra imagen), el oído medio, que contiene una cadena de tres huesecillos, el martillo, el yunque y el estribo, que mecánicamente transmiten la vibración aérea que viene del exterior hasta pasarla al caracol (de color morado claro en la imagen), estructura hueca y de contenido líquido; esta continúa la transmisión vibratoria del sonido hasta estimular los receptores nerviosos especializados que convierten la señal sonora de mecánica en digital, es decir, en corriente de electrones de muy alta velocidad. Apenas unas micras adelante, entregan esta señal al soma, al cuerpo de las primera neuronas auditivas (células de Corti), donde son analizadas, transformadas y enviadas como señales digitales a través de sus axones, que se juntan para formar el nervio acústico y así salen del hueso; estamos en la parte nerviosa del sentido del oído...

Vía acústica nerviosa desde que el nervio
 penetra al encéfalo hasta que termina
en la corteza cerebral








... que penetra al encéfalo en lo más alto del bulbo raquídeo donde entrega la información a los núcleos cocleares (auditivos) del mismo lado. Se inicia entonces una cadena ascendente de neuronas que a través de cinco pasos entregan la información sonora digitalizada a la corteza cerebral en la cara superior del lóbulo temporal, donde finalmente 
son analizadas, identificadas, decodificadas y retransformadas a analógicas  y entonces escuchamos. Eso significa que oímos con el cerebro y no con las orejas, por grandes que estas sean.

Así son todos los sentidos y me sentí muy satisfecho cuando terminé esta entrada hasta el punto anterior. En ese momento tomé conciencia de una circunstancia que no había yo considerado: 

Lo hermoso que me sonó la lengua castellana del siglo XVII nunca fue un fenómeno sonoro, pues yo leía en silencio; es decir, las imágenes iniciales fueron visuales y mi sistema nervioso, mi cerebro, las convirtió en sonoras. ¿Cómo hace eso nuestro sistema nervioso? ¡No lo sé!, y creo que a ciencia cierta nadie lo sabe, pero los humanos ya hemos sido capaces de crear robots que convierten, en forma instantánea, lenguaje escrito en sonoro y lenguaje sonoro en visual. ¡Así estamos!