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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 14 de julio de 2025

EL VINO... DE ALBERTO CORTEZ





A propósito de vinos, que ya tenían rato olvidados, ahora les presentó un poema de Alberto Cortez que no tuve la fortuna de escuchárselo cantar en vivo, pero que debemos leer y releer, y si es posible escuchar y reescuchar en grabaciones, que existen y se encuentran en la Internet. Leerlo es una gloria, tómenla ustedes a continuación; es un documento universal.









      Alberto Cortez

     Cantautor argentino y español.

       1940 - 2019




           EL VINO

           Alberto Cortez


              Sí señor... el vino puede sacar
              cosas que el hombre se calla;
              que deberían salir
              cuando el hombre bebe agua.


              Va buscando, pecho adentro,
              por los silencios del alma
              les va poniendo voces
              y los va haciendo palabras.


              A veces saca una pena,
             que por ser pena, es amarga;
             sobre su palco de fuego,
             la pone a bailar descalza.


             Baila y bailando se crece,
             hasta que el vino se acaba
             y entonces, vuelve la pena
             a ser silencio del alma.


            El vino puede sacar
            cosas que el hombre se calla.
            Cosas que queman por dentro,
            cosas que pudren el alma
            de los que bajan los ojos,
            de los que esconden la cara.


            El vino entonces, libera
            la valentía encerrada
            y los disfraza de machos,
            como por arte de magia...
            Y entonces, son bravucones,
            hasta que el vino se acaba
            pues del matón al cobarde,
            solo media, la resaca.


           El vino puede sacar
           cosas que el hombre se calla.
           Cambia el prisma de las cosas
           cuando más les hace falta
           a los que llevan sus culpas
           como una cruz a la espalda.


           La puta se piensa pura,
           como cuando era muchacha
           y el cornudo regatea
           la medida de sus astas.
           Y todo tiene colores
          de castidad, simulada,
          pues siempre acaban el vino
          los dos, en la misma cama.


          El vino puede sacar
          cosas que el hombre se calla.
          Pero... ¡qué lindo es el vino!.
          El que se bebe en la casa
          del que está limpío por dentro
          tiene brillando el alma.
         Que nunca le tiembla el pulso,
         cuando pulsa una guitarra.
         Que no le falta un amigo
         ni noches para gastarlas.
         Que cuando tiene un pecado,
         siempre se nota en su cara...
         Que bebe el vino por vino
         y bebe el agua, por agua.