Esta entrega me coloca en una situación especialmente sensible, la de la música como enfermedad del sistema nervioso. La música y la neurología son pasiones fundamentales de mi vida. Llegó primero la música, cuando tenía yo menos de diez años; la medicina es mi profesión y la neurología y la neurocirugía las especialidades que bien ejercí por más de cincuenta años, la neurología clínica hasta hace nueve meses, a raíz de que emigré a las Tierras Altas de Veracruz. El detonante de este conflicto emocional ha sido la lectura, por segunda ocasión, del libro Musicofilia de Oliver Sacks, eminente neurólogo, escritor clínico, divulgador de la ciencia y músico no profesional; falleció en el 2015. La condición es compleja y trataré de explicarla, antecediendo a ello algunas premisas que la sostengan.
Premisa primera: La música es un arte que se da en el tiempo, no en el espacio. Es creación del sistema nervioso central, es una función de este mismo y en la actualidad no hay misterio, en términos generales, en su mecanismo de producción, aunque no hay precisión cognitiva de los detalles de localización funcional cerebral de sus diferentes elementos constitutivos; es un lenguaje que comunica ideas.
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Imagen de un corte transversal del cerebro donde se han agregado puntos de colores en áreas corticales funcionales de la música. |
La música, como una función compleja del sistema nervioso, se genera en la corteza cerebral, el máximo nivel funcional del cerebro. No se da en un área única fija, se da por la interacción compleja de áreas cerebrales corticales conectadas a modo de red, que parecen predominar en los lóbulos frontal y temporal, mayormente del hemisferio derecho, de función sensitiva, motora y emocional. Finalmente es un lenguaje, sonoro y gráfico, que si bien pudo ser más antiguo en la historia evolutiva del homo sapiens - sapiens, ahora ha dejado su lugar de prevalencia al lenguaje verbal, también sonoro y gráfico, es decir, hablado y escrito.
El verbo, el lenguaje de las palabras dichas o escritas, es también una función compleja del sistema nervioso, se genera en la corteza cerebral, el máximo nivel funcional del cerebro. Tampoco se da en un área única fija, se da por la interacción compleja de áreas cerebrales corticales conectadas a modo de red, que tienen localizaciones bien conocidas, predominantemente en el hemisferio cerebral izquierdo, en el lóbulo frontal y en la encrucijada temporoparietal.
Premisa segunda: Las anormalidades de una función compleja del sistema nervioso pueden ser cuantitativas y cualitativas; las cuantitativas pueden ser de más o de menos, las cualitativas son de calidad. Pongamos ejemplos, primero del movimiento.
La anormalidad negativa de la función motora es parálisis (ausencia de movimiento) o disminución de su fuerza; la anormalidad positiva es el movimiento excesivo e involuntario, como los temblores, los tics o los ataques epilépticos motores.
La anormalidad negativa de la función sensitiva es la anestesia, no sentir; la anormalidad positiva es sentir lo que no existe, alucinación sensitiva, y el equivocar lo que se siente se llama parestesia. Esto se aplica a todas las formas de sensibilidad: tacto, dolor, temperatura, propiocepción, olfato, vista, oído, gusto y orientación espacial.
En el lenguaje verbal, se llama afasia motora a la incapacidad de transmitir ideas con lenguaje verbal, oral o escrito, y afasia sensitiva o sensorial a la incapacidad de entender el lenguaje, oral o escrito. Existen también las variantes de entender o expresar equivocadamente el lenguaje, se llama parafasia. Esto, siempre y cuando se dé en alguien que previamente tenía una función de lenguaje verbal normal.
En la música, la anormalidad negativa es la amusia, término con el que se denomina a trastornos que inhabilitan para reconocer tonos o ritmos musicales o de reproducirlos, lo que a su vez puede acarrear problemas con la escritura o la dicción. Como todos los trastornos de funciones del sistema nervioso tiene variantes; las reconocidas son:
- Amusia motora, cuya expresión clínica es la incapacidad para silbar o cantar.
- Amusia perceptiva, cuya expresión clínica es la incapacidad para discriminar los tonos.
- Amnesia musical, cuya expresión clínica es la incapacidad para reconocer canciones familiares.
- Apraxia musical, cuya expresión clínica es la incapacidad para interpretar música.
- Agrafia musical, cuya expresión clínica es la incapacidad para escribir música.
- Alexia musical, cuya expresión clínica es la incapacidad para leer música.
Todos estos términos se refieren a la pérdida de funciones previamente adquiridas; un individuo que nunca aprendió a leer música, NO puede tener alexia musical.
Ahora bien, las anormalidades positivas en la música pueden ser alucinaciones o ilusiones musicales o crisis epilépticas parciales de manifestación compleja musical. Las alucinaciones consisten en escuchar música que no se está dando en ese momento; las ilusiones consisten en interpretar como música sonidos que no son musicales y las crisis epilépticas son ataques o inicio de ataques epilépticos que pueden ser muy severos.
Todo lo que he descrito de la música como enfermedad es un síntoma y no una enfermedad, es decir, su identificación obliga a buscar la enfermedad que lo causa. Las causas posibles son varias, pero todas radican en el cerebro, en áreas corticales cerebrales responsables de la función de la música: tumores, infartos, infecciones o traumatismos también focales. El tratamiento, obviamente, deberá ser de la causa y no del síntoma musical.
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Existe la contraparte optimista a esta entrega, que es LA MÚSICA COMO TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS; de eso diré en ocasión posterior.