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Richard Wagner (1813 - 1883) |
No fue
fácil para las mujeres compartir su vida con un personaje como Richard Wagner. En el ensayo “Ópera y drama” Wagner escribió: “La música es una
mujer" y estaba convencido de que la música sólo podía engendrar una
“melodía verdadera y vibrante” si era fecundada por los pensamientos de un
poeta. La vida privada y la vida artística de Wagner siempre estuvieron muy
ligadas. Esto ayuda a explicar porqué a las figuras femeninas sobre el
escenario y las mujeres reales en la vida del compositor se les ha considerado
como "sacrificadas". Se supone que ellas ignoraban sus propias
necesidades en pro del amor por el maestro. Aunque Wagner fue muy generoso con
su amor, son tres las mujeres que significaron en su vida y que tienen
contraparte en algunos personajes de sus óperas. Ellas son:
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Minna Planer (1809 - 1866) |
Minna
Planer. Wagner estuvo casado durante 30 años con ella. En su juventud fue una
actriz muy exitosa. Su relación matrimonial, con muchos altibajos, estuvo
agobiada por aventuras amorosas y una pobreza crónica exacerbada por el
extravagante estilo de vida de Wagner. Después de casarse en 1836, Minna siguió
a su marido a Riga, en Letonia. Tres años más tarde se vieron obligados a huir
de los acreedores hacia Londres y París. Minna era vista como una mujer
práctica y maternal que tomaba cuidado de Wagner sin alcanzar su calibre
intelectual. Sin embargo, su relación debe haber sido muy intensa teniendo en
cuenta las 400 cartas que se conservan hasta hoy. Wagner llegó a desdeñar este
matrimonio tildándolo de locura juvenil, a pesar de haber dicho alguna vez que
no podía vivir sin ella; pero es un hecho que, con excepción de Parsifal, Wagner preparó todas sus
óperas con ella. Sin embargo, Wagner no consideró las necesidades de seguridad
material de Minna. Al haber participado políticamente del Levantamiento de Mayo
de 1849 en Dresde, el compositor se vio a sí mismo por todas partes en carteles
de “se busca”. El matrimonio fue puesto a prueba una vez más en Zurich, donde
ambos obtuvieron asilo político.
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Mathilde Wesendonck (1820 - 1902) |
Ahí
apareció Mathilde Wesendonck, esposa de un mecenas muy adinerado. En ella,
Richard Wagner encontró el alma gemela que inspiró sus obras. La musa de Wagner
tuvo una influencia enorme en la creación de El oro del Rin, le puso música a cinco poemas de ella (las Canciones de Mathilde Wesendonck), le
dedicó también el Preludio de la ópera La
Valquiria y la relación triangular entre Minna, Mathilde y Richard fue la
inspiración de Tristán e Isolda,
dicen algunos. La supuesta relación platónica entre Wagner y Mathilde
Wesendonck se volvió tan íntima que originó conflictos con los respectivos
cónyuges. Después que Minna interceptó una carta muy efusiva dirigida a
Mathilde, Wagner huyó a Venecia. A pesar de todo, el esposo de Mathilde siguió
siendo un fiel mecenas de Wagner, ayudándolo en su proyecto de la creación del
Teatro de los Festivales en Bayreut.
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Cosima Liszt (1837 - 1930) |
Al
cortarse las relaciones con Minna y Mathilde, Wagner puso su atención en Cosima
von Bülow, hija ilegítima de Franz Liszt y la condesa francesa Marie d'Agoult.
Cosima todavía estaba casada con el director de orquesta Hans von Bülow cuando
se convirtió en amante de Wagner. Por aquél entonces, Wagner estaba en una
buena posición económica y cuando finalmente se casaron en 1870, ya tenían tres
hijos: Isolde, Eva y Siegfried. Con ellos, Cosima comenzó la dinastía de
Bayreuth después de la muerte del compositor. Era autoritaria y fría. Se
definió como persona de la vida pública y dejó bien claro el impacto que
produjo en la obra de su marido. Tras la muerte de Wagner en 1883, asumió el
cargo de directora de los Festivales de Bayreuth hasta 1906, transformó el
experimento original en toda una institución y dispuso la fundación del culto a
Wagner. Consciente de su poder y autonomía, Cosima no dudó en sacrificar su
propia identidad para conservar la memoria del genio creativo de su marido.