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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 18 de febrero de 2021

INTERMEZZO 11. DE LA VEGETALIA DE MI COLONIA 3.






Hermosa vegetalia en un atardecer de invierno










¡Han nacido en mi acera tres arbolitos...!



























Bella alfombra vegetalia









































Escapando de la cárcel



























































Paisaje sobrecogedor y hermoso














lunes, 15 de febrero de 2021

EL DOLOR Y EL DOLOR DE CABEZA

 

Corte sagital de la cabeza de un hombre

El dolor de cabeza, que los médicos llamamos cefalea, es el síntoma más frecuente en la humanidad y probablemente fue el primero que padeció hombre alguno, si nos referimos al relato bíblico consignado en el Génesis. Se refiere que cuando en la tierra sólo existían cuatro humanos, Adán, Eva y sus dos primeros hijos, Caín y Abel, sin que se diga porqué, Caín mató a Abel golpeándole la cabeza (traumatismo craneoencefálico) con una quijada de burro, lo que seguramente provocó cefalea antes de morir al pobre Abel. No hay constancia de que antes de eso algún miembro de la precaria humanidad de entonces se haya quejado de dolor alguno.

Pero aquí no estamos para referir hechos legendarios en relación con el dolor de cabeza, sino para tratar de entenderlo, para lo cual es necesario, antes que nada, entender el dolor en general. Casi toda la humanidad ha padecido alguna vez algún dolor y es el motivo más frecuente de consulta al médico. Casi siempre va acompañado de preocupación por una sensación de peligro; el dolor funciona como una alarma.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) dice: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular (de algún tejido), real o potencial, o descrita en términos de dicho daño". El dolor es una sensación desagradable que indica un daño real o posible.

Si el dolor es una experiencia sensorial, es un sentido, como los cinco que describió Aristóteles: olfato, vista, oído, gusto y tacto, más los posteriormente agregados: la propiocepción, la vibración y la orientación espacial. Para que alguna estructura de nuestro cuerpo duela se requiere que el órgano o tejido afectado tenga receptores sensibles al dolor y que el estímulo doloroso sea el apropiado para sentir dolor. Ejemplos: El corazón duele cuando una parte de éste se queda sin sangre (isquemia), como en el infarto. No duele si se le pellizca o calienta. La piel duele si se le pellizca, corta o quema y no cuando sufre de isquemia. Pero en los dos casos es una señal de alarma, de que algo anda mal y necesita atención.

La cefalea es dolor de cabeza y es un dolor muy complejo de entender, lo que hace difícil su diagnóstico y manejo por los no entendidos. Las razones son las siguientes:

1. La cabeza está constituida por diferentes tejidos, de los cuales unos son sensibles al dolor y otros no. Los que son sensibles al dolor, el tipo de estímulo que lo desencadena es diferente. El encéfalo (cerebro, cerebelo y tronco encefálico), que representa el mayor volumen en la cabeza, no duele, no es sensible al dolor, hágasele lo que se le haga.

2. Los vasos sanguíneos (arterias y venas) duelen, son sensibles al dolor. Las arterias duelen cuando se dilatan; las venas cuando se traccionan.

3. Las meninges, que son las cubiertas del encéfalo, algunas duelen y otras no. Las que sí, son sensibles a la inflamación, la infección.

4. Los músculos de la cabeza duelen por contracción sostenida, lo que suele darse por estados de tensión nerviosa, pero pueden ser otras razones.

5. Sólo tres de los doce nervios craneanos duelen.

6. Los huesos de la cabeza, del cráneo y de la cara, no duelen.

Y cada una de las estructuras que duelen en la cabeza lo hacen en forma diferente; el dolor de cabeza no es igual en todos los humanos que la padecen. Hay quienes sienten que la cabeza les estalla, a otros les pulsa y otros más sienten cansancio en la nuca. En unos es leve y tolerable, en otros es incapacitante. Hay quienes sólo tienen cefalea y hay en quien se acompaña de vómito, de enrojecimiento facial o de síntomas de deterioro de la función del encéfalo, como torpeza mental, debilidad de alguna parte del cuerpo, dificultad en la visión, etcétera. Algunos se quejan de dolor en toda cabeza, otros en sólo una parte, la mitad, adelante, atrás o en la nuca.

La cefalea no es una enfermedad, es un síntoma, y por lo tanto puede ser provocada por muchas causas, desde una simple cruda, desvelo o hambre hasta un tumor dentro del cráneo; desde tensión nerviosa o migraña hasta una hemorragia cerebral y así, así y así. En la mayoría de los casos la cefalea es benigna, pero en diez de cada cien sufrientes es el aviso de algo grave, tan grave que puede matar a corto plazo, como un tumor dentro del cráneo, una hemorragia o un infarto cerebral, meningitis, hipertensión arterial, etcétera, etcétera, etcétera.

Es por esto que los pacientes con cefalea deben ser vistos y estudiados con mucha atención por los médicos y no como se hace muchas veces. Yo estoy convencido de que en México la mayoría de las cefaleas se atienden, diagnostican y tratan los domingos en la mañana, en el atrio de las iglesias, a la salida de la misa del medio día. Los conocidos se reúnen a platicar de fútbol o de cualquier otra cosa; se acerca Christopher, doliente de cefalea, y le dice a una participante en el cotorreo:

- ¡Ayy Chulis! Tu que eres doctora, ¿qué me das para el dolor de cabeza que traigo?

- Tómate un ketorolaco y se te quita pronto. Oye, no se traga, es debajo de la lengua.

- Gracias Chulis.

Y Christopher se va encantado de la vida porque la Chulis ya lo curó.

Desde luego que la Chulis no interrogó nada acerca del dolor, no exploró al pobre doliente buscando signos de mala enfermedad, no le tomó la presión arterial ni propuso estudio alguno de gabinete para buscar la causa. Puede ser que Christopher se cure, pero es posible que regrese en un par de semanas con la Chulis y la increpe:

- ¿Sabes qué? Tengo un tumor en el cerebro y me operan mañana.

La Chulis se quiere morir (sólo por un rato), pero eso no remedia nada; el que se puede morir es Christopher y la Chulis tiene la culpa.

NO HAY QUE SER COMO LA CHULIS NI COMO CHRISTOPHER.