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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 23 de mayo de 2022

DEL MODERNISMO EN LA MÙSICA, 2.







Hace dos semanas, en el primer artículo de este tema, dejé mis opiniones sobre las razones sociales que determinaron el cambio de la música al modernismo. Los cambios fueron tanto en las formas como en los modos, expresando con estas novedades los nuevos sentimientos.


Las formas, basadas en la melodía, y como expresión primera de las ideas del artista, no son predecibles. Sin embargo, los cambios en los modos, que son el vestido de las formas, ya se venían dando. El microtonalismo se presentó en la música desde la Edad Media cuando se introdujeron los "semitonos". El atonalismo tuvo sus orígenes en Chopin y Tchaikowsky fue el profeta de los nuevos ritmos en su Sexta Sinfonía. Son las modalidades propias de la música moderna el microtonalismo, la politonalidad, el atonalismo y el serialismo.

El microtonalismo y el serialismo, que dependen del espacio que hay entre una nota y la que le sigue, tuvieron como límite de desarrollo los instrumentos convencionales. Se fabricaron nuevos pianos, guitarras y otros instrumentos de cuartos, octavos y que se yo que más fracciones menores de tono. Pero ello sólo estimuló la búsqueda de intervalos cada vez más pequeños, lo que se ha logrado, casi hasta el infinito por sistemas electrónicos. Y así surgieron la música concreta y la electrónica, que son las variantes modales más características de la música del siglo XX.

En éstas ya no hay una base a la cual referirse; los complejos sonoros, utilizando en teoría todas las frecuencias audibles, se suceden en forma de estímulos auditivos de tonos, intensidades, duraciones y timbres variables, pero difícilmente sujetas a reglas específicas. En estos tipos de música, el contacto intuitivo entre creador y oyente es indispensable, ya que aún no existe un sistema de convenciones aceptadas para trasmitir el mensaje. O las convenciones son tan variadas, tan sutiles y a veces tan cerebrales, que escapan al oyente medio. Podemos suponer que estos tipos de música están aún en su periodo experimental, en el cual, el modo de hacer es preponderante sobre la forma estética. Habrá tal vez que esperar algunos años para que, dominada por completo la técnica, sea puesta del todo al servicio de la forma estética, portadora del mensaje artístico.

Las obras de música electrónica, concreta o mezcla de ambas, salen inmutables de manos de su creador, al estar totalmente plasmadas en una cinta o disco que siempre sonará idéntico a sí mismo. El contraste absoluto es la música aleatoria, que es otro modo de nuestro tiempo, aunque también tiene sus antecedentes en las cadenzas de los conciertos de la época barroca y de la clásica. En la música aleatoria, el autor no "termina" su obra, sino que deja en diferentes partes, libertad al intérprete para modificar armonías o melodías y hasta la creación de ellas para llenar espacios "en blanco" de la partitura. Tales obras, que cuentan con la improvisación del intérprete, no sonarán igual dos veces, ya que sólo quedan plasmadas en el momento de su ejecución, la cual puede y debe ser distinta en cada ocasión.

¿Cuál de estas maneras de estructurar perdurará y será trascendente? Esto es imposible de contestar por ahora. Sólo el tiempo, con su implacable depuración y con sus perspectivas históricas, podrá decir que fue lo trascendente y que lo deleznable; cuál de los sistemas es un estilo y cual fue una moda. Y para cuándo esas interrogantes sean contestadas, ya habrá nuevos proyectos, nuevas tendencias, nuevos puntos de vista que a su vez se disputarán el porvenir. Si queremos ser fieles a la música y encontrar en el orden de sus sonidos el mensaje estético, a todos estos modos hay que ofrecer oídos abiertos y mente receptiva.