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Mnemosina por Gabriel Dante Rosetti |
La paradoja más impresionante en el mito de la música es que su fuerza, de tan increíble poder, es a la vez infinitamente perecedera, intangible y está en permanente peligro de perderse. Ya que no se la puede tocar ni se la puede ver, la existencia real de la música yace en la memoria. Se puede remontar el significado mítico de la memoria al papel de Mnemosina, diosa de la memoria y madre de las Musas.
Percival Bisshe Shelley afirma que:
vibra en la memoria.
Los aromas, cuando enferman las dulces violetas,
Viven en el sentido que ellas animan"
Y John Keats, en su Oda sobre una urna
griega dice:
El organista Abt Vogler, en uno de sus monólogos, se confiesa con tristeza:
¡Ido! Y las lágrimas que nacen, las alabanzas que llegan con excesiva lentitud;
Pues se asegura que al principio apenas se puede decir que él tenía,
que hasta pensó en ello, lo que se ha ido debía irse.
¡Jamás volverá a ser!”
“Ese lenguaje único que carga cada nota con un sentido doble de posición y duración, un lenguaje tan remilgado como el latín, tan lacónico como el hebreo, tan sorprendente a la vista como el persa o el chino. ¡Qué misteriosa parece esa caligrafía de espacios paralelos, claves turbulentas, ligaduras sobrescritas, decrescendos suscritos, puntillos, sostenidos y bemoles!”
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William Shakespeare (1564 - 1616) |
El tiempo no es sólo el medio neutral para el desenvolvimiento de la música; la música superpone su propio tiempo al tiempo horario. Y el tiempo musical con sus ritmos métricos regulares es una metáfora frecuente para la vida misma; mantener el tiempo musical es llevar una vida ordenada, en armonía con lo que es apropiado. Cuando los tiempos están dislocados, la vida va mal. Como dice el Ricardo II de Shakespeare: