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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 15 de marzo de 2021

LA MITOLOGÍA DE LA MÚSICA 2. DE LA TRANSITORIEDAD DE LA MÚSICA.


Mnemosina por
Gabriel Dante Rosetti



Terminaré el tema que inicié la semana pasada: La mitología de la música. Esta es su segunda parte y no habrá más.


 

La paradoja más impresionante en el mito de la música es que su fuerza, de tan increíble poder, es a la vez infinitamente perecedera, intangible y está en permanente peligro de perderse. Ya que no se la puede tocar ni se la puede ver, la existencia real de la música yace en la memoria. Se puede remontar el significado mítico de la memoria al papel de Mnemosina, diosa de la memoria y madre de las Musas.









Percival Bisshe Shelley afirma que:

          "la música, cuando mueren las suaves voces,
           vibra en la memoria.
           Los aromas, cuando enferman las dulces violetas,
          Viven en el sentido que ellas animan"


Y John Keats, en su Oda sobre una urna griega dice:

          "A veces la música imaginada es superior a la real:
            Las melodías oídas son dulces, pero las no oídas
            Lo son más. Por eso, dulces flautas, tocad;
            No para el oído sensible sino, más caro,
            Tocad para los espíritus, sonsonetes sin tonos."


 "¿Dónde está la música?" es el estribillo lamentoso de los estudiosos de la estética. 
El organista Abt Vogler, en uno de sus monólogos, se confiesa con tristeza:

 Y bien, se ha ido, por fin, el palacio de la música que edifiqué;
 ¡Ido! Y las lágrimas que nacen, las alabanzas que llegan con excesiva lentitud;
 Pues se asegura que al principio apenas se puede decir que él tenía,
 que hasta pensó en ello, lo que se ha ido debía irse.
 ¡Jamás volverá a ser!”



La notación musical juega un papel importante como una de las soluciones prácticas al problema de la transitoriedad. John Updike en su cuento La escuela de música describe su pavor hacia la notación musical:


“Ese lenguaje único que carga cada nota con un sentido doble de posición y duración, un lenguaje tan remilgado como el latín, tan lacónico como el hebreo, tan sorprendente a la vista como el persa o el chino. ¡Qué misteriosa parece esa caligrafía de espacios paralelos, claves turbulentas, ligaduras sobrescritas, decrescendos suscritos, puntillos, sostenidos y bemoles!”


William Shakespeare
(1564 - 1616)


El tiempo no es sólo el medio neutral para el desenvolvimiento de la música; la música superpone su propio tiempo al tiempo horario. Y el tiempo musical con sus ritmos métricos regulares es una metáfora frecuente para la vida misma; mantener el tiempo musical es llevar una vida ordenada, en armonía con lo que es apropiado. Cuando los tiempos están dislocados, la vida va mal. Como dice el Ricardo II de Shakespeare:




           "¡Música escucho?
            ¡Ja, ja! Mantened el ritmo. ¡Qué ácida es la dulce música
            Cuando el tiempo está quebrado y no hay proporciones!
            Así es en la música de las vidas humanas,
            Y aquí tengo yo la delicadeza del oído
            Para controlar el tiempo quebrado en una cuerda desordenada.
            De no haber sido por la concordia de mi estado y tiempo
             No habría tenido oído para escuchar la fractura de mi verdadero tiempo."