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Richard Wagner (1813 - 1883) |
Cuando surge en una conversación el tema de Ludwig van Beethoven, inmediatamente se piensa en sinfonías y cuando surge el de Richard Wagner, se piensa en óperas. Pero Beethoven compuso una ópera, Fidelio, nada original y poco puesta en escena por modesta e incomparable con su música sinfónica. Y Wagner, que para muchos es el máximo operático que se ha dado, hizo música no operática sin mucha fortuna. Es raro que se ponga en una sala de conciertos.
Ocurre que la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) es nuestra fuente de alimento estético musical desde que vivimos en las Tierras Altas de Veracruz y es un alimento óptimo y saludable, probablemente inigualable. Y le dio por presentar, para cerrar su primera temporada del año, con dos programas que algo tienen que ver con la ópera, sin ser ópera. El primero, el 14 de junio de 2024 en su hermosa sede, la Sala Tlaqná en la ciudad de Xalapa, con una Gala Wagner, que consistió en oberturas y pasajes orquestales de algunas óperas de Don Ricardo. No hubo ópera, sólo música de ópera tocada por una orquesta que no tiene comparación con ninguna orquesta en una función de ópera normal, simplemente porque en un teatro de ópera, en el foso de la orquesta no cabe una del tamaño de la OSX. Fue una función que nada tuvo de ópera, fue un concierto sinfónico con música de óperas de Wagner.
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Orquesta Sinfónica de Xalapa Lista pata empezar el concierto del 14 de junio de 2024 |
Y fue un concierto muy lucido, como es costumbre de la OSX bajo la dirección del maestro Martin Lebel, con las oberturas de Los maestros cantores de Nuremberg y de Parsifal, el Idilio de Sigfrido, la Obertura del acto III de Los Maestros Cantores de Nuremberg, el Viaje por el Rin de la ópera El ocaso de los dioses. De esta misma ópera, el Funeral de Sigfrido, para cerrar con la Cabalgata de las Valquirias, de la ópera La Walkiria.
Todo un banquete estupendo de música sinfónica, pero parodiando un viejo chiste popular mexicano: “Toca y toca y nada de ópera”.
Por que así fue. Se nos ofreció un banquete de siete platillos musicales extraordinarios, preparados de la mejor forma por estupendos maestros del arte dirigidos por un gran jefe y con los mejores ingredientes, pero sin un orden congruente, porque no existe, exceptuando la Cabalgata de las Valquirias, puesta al final por estimulante de un sentimiento de heroísmo y gloria.
La música de ópera, sin teatro, nada tiene que ver con la ÓPERA. La ópera es un género artístico autónomo; no es música con teatro ni teatro con música, es ópera. Se expresa, obligada y simultáneamente, con esos dos géneros de comunicación humana, pero no para unirlos o mezclarlos, sino creando un género distinto y moderno.
Los que hemos sido fanáticos de la ópera desde la infancia, no nos sentimos bien en eventos como esta Gala Wagner, lo que no significa que seamos incapaces de disfrutar la música sola y que no apreciemos la calidad excelsa de lo que se nos ofreció; pero no es lo nuestro, extrañamos la ópera.
Ahora bien, esto entendido, el concierto nos pareció estupendo, por la perfecta ejecución de la música, su sonoridad máxima e inigualable, la emoción generada y trasmitida a un público receptivo de estas grandes sonoridades y la calidad de público de esa noche. Pero esto sólo se puede dar con una orquesta de la mayor experiencia y calidad universales, la Orquesta Sinfónica de Xalapa, y un director, Martin Lebel, del que algún día espero encontrar los adjetivos suficientes que lo califiquen para expresar la magnitud de la emoción estética que genera en mí cuando escucho grandes piezas sinfónicas dirigidas por él. Gracias.