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Miguel de Cervantes Saavedra 1547 - 1616 |
El pasado lunes 1 de agosto terminé, por novena
ocasión en mi vida, la lectura de la inmortal novela EL INGENIOSO HIDALGO DON
QUIJOTE DE LA MANCHA de Miguel de Cervantes Saavedra, en sus dos partes y en su versión textual original del
hermoso castellano del siglo XVII.
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Mi primer Quijote |
La vez primera fue en enero de 1951 en una buena
edición comercial mexicana que me regaló en Navidad mi prima Rebeca Aurora,
mayor que yo quince años y en parte responsable de mi buena educación en la
cultura. Mi lectura novena la hice en un dispositivo electrónico, Kindle, pero
para el capítulo final regresé a mi primer libro, ya muy ajado pero presente
para despedir al Quijote después de setenta y dos años. En ese momento caí en
sentimientos infinitos de gratitud para Don Quijote, Sancho Panza y su creador,
Don Miguel de Cervantes Saavedra; no sé para quien de los tres fue mayor.
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Picasso: Don Quijote y Sancho Panza |
Nueve lecturas en setenta y dos años se hacen una cada
ocho y la verdad es que así fue de puntual sin habérmelo propuesto nunca;
los intervalos, más o menos, fueron uniformes. No recuerdo nunca que hayan sido
significativamente más breves o más largos. Tomaba los libros cuando me sentía
en disposición y con gana de hacerlo. Nunca dejé una lectura a medias, nunca me
defraudó alguna, siempre fueron graves lecciones de vida y fuentes de gran
felicidad. Cada lectura fue lenta, de un par de meses para sus ciento y
veintiséis capítulos. Si se me suman ocho años en progresión aritmética a
partir de los trece, cada lectura corresponde a un momento más o menos
significativo en la historia de mi vida. Ahora tengo ochenta y cinco años y no
habrá décima lectura. Me he deshecho de varias ediciones del Quijote, algunas
monumentales que se leyeron en atril; sólo conservaré la primera, la que tuve
en diciembre de 1950; la de Kindle está en la nube.
De las
experiencias vitales a las que se refiere el título de esta entrega ninguna
tiene que ver con la locura de Don Quijote, tema que ya discutí en este blog
con fechas 24 de agosto de 2020 y 31 de mayo de 2021.
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"... y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio". |
Alonso Quijano, Don Quijote de la Mancha, nunca ha
estado loco; lleva siglos de tomarnos el pelo para denunciar, desde una tribuna
universal y perdurable, las injusticias, torpezas y sinsabores de una gran sociedad
enferma que con el tiempo va empeorando; las denuncias y reflexiones siguen
vigentes, así como las desesperanzas.
Las experiencias vitales de la obra para mí consisten
en que a lo largo de toda la novela y hasta el momento de la muerte de Alonso
Quijano, como lector adopto, en forma alterna o sucesiva, el pensamiento y
convicción de alguno de los tres personajes de la novela: Don Quijote de la
Mancha, Sancho Panza o Don Miguel de Cervantes, que los tres son
protagonistas y juegan los grandes papeles de cordura, inteligencia, bondad y buena fe; ésta llega a caer en la inocencia, es cierto. Se disfruta y se padece con ellos,
se acuerda y desacuerda también, se vive en La Mancha, que es el mundo entero,
y en el siglo XVII, que es el siempre de la humanidad. Ha sido mi experiencia,
repetida nueve veces con los matices de mi edad en cada una, de lo que no me
arrepiento; es más, me enorgullezco de ello, como también sé que no se volverá a dar.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Sancho Panza:
¡Gracias por haber existido y seguir siendo!