Acerca de mí

Mi foto
Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

Seguidores

Archivo del Blog

jueves, 26 de agosto de 2021

INTERMEZZO 22. MÁS FLORES Y MÁS DE MI COLONIA.









No podía dejar pasar agosto sin traerles fotografías de flores de mi colonia y estas siempre merecen ser las primeras.










      Son una gloria los tulipanes de la          India.











Los hongos hacen presencia en las lluvias. Son sombrillitas.










                       ¡Hermosa solitaria!






















   
Los increíbles floripondios,
siempre boca abajo.

















       Le hago sombra con mi cuerpo para             retratarla.


















¡Iguanas ranas!




















      
    Este no necesita sombra, le sobra y la da.









Siempre será éste un motivo favorito de retratar,
desde los balcones de Santa María.

lunes, 23 de agosto de 2021

DEL VINO, LOS ÁRABES, LOS MUSULMANES Y EL ISLAM

Mahoma (Meca 570 - Medina 632)








En varias entradas, por lo menos dos, me he referido a la historia del consumo del vino en la humanidad, el que seguramente data de muchos miles de años, sin que haya indicadores objetivos de cuando fue.


Las primeras evidencias de vinificación para consumo masivo por una población datan de ocho mil años y están en el Cáucaso, en los límites de la actuales repúblicas de Georgia y Armenia. De ahí, su cultivo, vinificación y consumo se extendieron a todo el mundo a través de rutas comerciales y conquistas militares.


Las primeras regiones en adoptarlo fueron las vecinas, por supuesto, donde ahora se asientan Irán, Irak, Siria, los países de la península arábiga y Egipto. De este último se sabe, por evidencias definitivas, de su producción y consumo popular desde hace unos seis mil años. A la China lejana llegó hace unos cuatro mil y tardó bastante todavía en cruzar a Europa, primeramente a través de Grecia y apenas hace poco más de dos mil años a toda ella, llevado por las conquistas romanas, a las que se unían los primeros cristianos. Pero para el año quinientos, el vino se producía y consumía con generosidad en toda la península arábiga.









Las mil y una noches es una recopilación medieval de cuentos tradicionales del Oriente Medio.  Muchos son de contenido erótico y hay narraciones de aventuras de Aladino, Alí Babá y Simbad el marino. Quienes hemos tenido la fortuna de  leerlo, nos topamos con frecuencia que, asociadas al erotismo de muchos cuentos, aparecen frases y poemas enteros de alabanza al vino y su consumo, así como también narraciones de tremendas borracheras.



Omar Khayyam (1048–1131)








De Omar Khayyam, persa y de religión musulmana, matemático, astrónomo y poeta, sus poemas hablan de las cosas buenas de la vida, del amor, de los placeres terrenales, del vino; pero si uno ahonda un poco más, se encuentra con una profunda reflexión sobre la existencia humana, sobre la religión, el universo y la naturaleza.


El vino no le era extraño a los árabes ni a los musulmanes, pero ahora sabemos que los árabes, los  musulmanes y los islamistas, no toman bebida alguna que contenga alcohol, aunque también se sabe que muchos hacen trampa en sus países. ¿De dónde viene esta prohibición, severamente acatada en esos grupos de población humana? Aclaremos primeramente definiciones y conceptos, que no es lo mismo árabe que musulmán o islamista.

El término árabe se utiliza para referirse a todas las personas que nacen en países en donde el árabe es la lengua oficial, independientemente de su religión o ideas políticas. Se trata de una palabra que designa a un grupo etnolingüístico. O sea que puede haber árabes cristianos, musulmanes o ateos. El hecho de haber nacido en un país árabe no los obliga a practicar un dogma ni los convierte en conservadores. Originalmente, sólo eran considerados árabes aquellos que nacieran en la Península Arábiga, pero desde el siglo VIII este idioma se ha extendido a diversas partes del mundo, como Medio Oriente y el norte de África.

Musulmán es un término religioso. Se le llama musulmán a todo aquel que practica el Islam y basa sus creencias en El Corán. Pero ojo: ser musulmán no implica ser fanático y mucho menos terrorista. Hay poblaciones musulmanas en Europa y en América; las costumbres de los fieles cambian según el país de origen, la raza o incluso la condición social. Actualmente existen alrededor de mil 600 millones de musulmanes en el mundo, pero sólo el 20 por ciento de ellos son árabes. Todos creen en Alá como ser supremo.

Islamista es un término político. Se utiliza para referirse a aquella persona, musulmana o no, que promueve la adaptación de la vida política, cultural y económica del mundo a los mandatos del Corán.

Veamos las combinaciones que se dan en el mundo actual. Irán NO es un país árabe, es un país musulmán e islamista. Arabia Saudita es un país árabe, musulmán e islamista. Turquía NO es un país árabe, es un país musulmán y NO es islamista; es más, en su territorio hay un millón de hectáreas destinadas a viñedos.

Mahoma o Muhammad (Meca, 570 – Medina, 632) es considerado por los musulmanes como el último y más importante de los profetas, “sello” del mensaje revelado desde Abraham a través de figuras como Moisés o Jesús. Mahoma fue el fundador explicito de la religión musulmana, el Islam, y sus preceptos están claramente expresados en el Corán, libro sagrado de esa religión, que, según dicen, no ha sido modificado ni en un verso de lo dictado por Mahoma.


Ahora, unas citas textuales del Profeta que prohíben el consumo de vino:

“Los embriagantes, los juegos de azar, las prácticas idólatras y la adivinación del futuro no son sino una abominación, obra de Satán: ¡Evitadlos, pues, para que así alcancéis la felicidad!

“Si una gran cantidad de cualquier cosa causara embriaguez, entonces una pequeña cantidad de ello estaría prohibida".

El Corán



"La ira de Dios recae sobre diez tipos de personas que tienen relación con el alcohol: el que lo destila, aquella persona para la que se ha destilado, quien lo bebe, el que lo transporta, la persona para la que ha sido transportado, quien lo sirve, quien lo vende, quien utiliza el dinero producido por él, quien lo compra y quien lo compra para otra persona"



“El demonio busca introducir entre vosotros los gérmenes de la discordia creando enemistad y rencor a través del vino y el juego de azar, para que abandonéis la evocación de Allah”

Y así se prohibió para siempre el consumir vino para los musulmanes; los países islamitas aplican esta prohibición como ley nacional y en ellos no se producen bebidas alcohólicas, no se importan y no se venden. Se castiga a quien lo haga. Pero países islamitas hay en los que se puede hacer trampa, conseguirlas y beberlas.

A lo largo de la historia, esto ha dado lugar a conflictos diplomáticos. Uno reciente, de este milenio ocurrió en Francia cuando se programó una cena de gala para clausurar una visita del presidente de Irán. Los iraníes pidieron con tiempo que no se sirvieran bebidas alcohólicas durante ella. La secretaría de relaciones de Francia contestó que una cena en la que se ofrecerían los platillos más selectos de la cocina francesa, no podía ser sin vino. Los iraníes cancelaron la cena y abandonaron el país.