He abierto un ciclo más en mi vida. Ahora vivo en las Tierras Altas del Estado de Veracruz. El clima es más caliente que templado, ha llovido poco sin tormenta y el paisaje es verde, presidido por el Citlaltepetl. Se respira humedad y cultura. El cambio físico, el cambio material, ha sido muy pesado; estamos muy cansados del cuerpo, pero el espíritu sigue en pie y estimulado, tanto que antes de un mes nos arrancamos al puerto para acompañar a nuestro hijo a un taller de tres días de EL BARROCO EN LA TRADICIÓN DEL SON; de ello trata la entrada de hoy.
En términos generales, se considera que el folclor de los pueblos hispanoamericanos, aquellos de nuestro continente que fueron conquistados a sangre y fuego por España en el siglo XVI, es el producto híbrido de los modos artísticos y culturales del pueblo español colonizador, principalmente de Andalucía, y los de los pueblos originarios. Esto es cierto en la mayor parte de lo que ahora es México, pero no lo es en la franja costera del estado de Veracruz, que incluye la zona huasteca al Norte y la zona jarocha al Sur.
La razón es que el genocidio de la población indígena de lo que ahora es el Estado de Veracruz fue mucho mayor que él que se dio en el resto de Mesoamérica. En esta fue, según buenas apreciaciones, hasta del 94 por ciento; es decir, sólo sobrevivió el 6 por ciento de la población originaria. En lo que ahora es el Estado de Veracruz, parece ser que sólo sobrevivió uno de cada cien, es decir, mataron al 99 por ciento.
Esto trajo un problema muy grave: No había mano de obra para el trabajo en el campo, agrícola o ganadero, ni para la construcción; se trajeron negros esclavos del África. Veracruz tiene ahora la mayor población con antecedentes genéticos de negro africano y se cruza uno con ellos caminando un rato por las calles del puerto. Esta mezcla, tan diferente a la del resto de Mesoamérica, generó usos, costumbres y folclor diferentes. Los sones veracruzanos, huastecos o jarochos, son del estilo popular que entonces predominaba en España, el barroco; en Veracruz se le agregaron toques de la negritud, especialmente rítmicos, y de los pueblos originarios, fundamentalmente armónicos. Así son ahora.
De esto se están cumpliendo quinientos años y es claro que los usos, costumbres y el folclor musical no son los mismos, pero no han cambiado sustancialmente y los cambios han sido lentos, progresivos y no se han detenido, siguen ocurriendo. Y lo muy interesante es que el flujo de influencias musicales de este género barroco, se hace ahora en los dos sentidos: de México a España y de España a México, particularmente lo primero.
Es en México, particularmente en el Estado de Veracruz, donde más se hace este son, huasteco o jarocho, pero los españoles "no cantan mal las rancheras". Allá se escuchan y los hacen y la conclusión teórica del taller que referí al principio es que "el barroco no está muerto, está ahora más vivo que nunca, en México y en España".
¡Salud!