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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 8 de julio de 2024

DE LA ÓPERA COMO GÉNERO ARTÍSTICO ÚNICO

En esta entrada pretendo aclarar, completar y cerrar conceptos que me parece que, por lo menos en parte, quedaron confusos en la entrada del pasado 17 de junio, entrada con motivo del concierto que la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) había ofrecido tres días antes con sólo oberturas y pasajes orquestales de óperas de Richard Wagner. Dos semanas después, el 28 de junio, la OSX cerró su primera temporada del año con otra velada de contenido operático: La Rondine (La golondrina), ópera de Giacomo Puccini en versión de ópera concierto, es decir, sin acción teatral. En cualquiera de los dos casos, alguien puede decir: "estuve en una función de ópera", pero en ninguna ocasión fue así; se estuvo en conciertos sinfónicos en que se tocó y cantó música de ópera, pero no hubo ópera.

Los tres elementos esenciales en la ópera:
Teatro, Música y Público apasionado.

Porque la ópera es una forma de teatro lírico entendiendo por él, una pieza de teatro cantada, con acompañamiento de orquesta y que reúne canto, música instrumental, acción escénica, artes plásticas y, en ocasiones, danza. Se trata de teatro y, por lo tanto, exige ser representada. La sola música es incapaz de crear un personaje sin la ayuda de la escena. La música sola, por perfecta que sea, es un pensamiento sin cuerpo en la ópera. 

La ópera es antigua; nació en Italia en el 1600. En ella, la acción dramática avanza con la música, alternando recitativos y arias, que tienden a una continuidad dramática y musical, en que las arias no interrumpen la acción teatral y la música evoca sentimientos que corresponden a la escena. El canto es la fuerza esencial de la expresión escénica y permite la manifestación simultánea de sentimientos diversos e incluso opuestos. Sus argumentos son universales, trágicos o humorísticos, pero trascendentes.

Cartel del estreno de 
La Rondine, de Puccini,
en Italia.



El teatro es complejo. Exige, para llamarse así, escenografía, vestuario, maquillaje, actuación e iluminación. Y la ópera no es teatro con música ni música en el teatro; es un arte distinto, que conjuga, en plenitud y sin preferencias, esos dos elementos, los que no pueden separarse. Así se entiende la ópera y por ello afirmo que en ninguno de los dos últimos conciertos de la última temporada estuve en una función de ópera. No sufrí en ellos; bueno, en el segundo sí, porque la música de Puccini de La Rondine no la conocía y no me gustó. 

Y aquí la dejo.