José Alfredo Jiménez (1926 - 1873) |
Si la música fuera tan reclamona como los colores, semanas harían que ya estuviera “exigiendo su tequila y exigiendo su canción”, como dijera José Alfredo Jiménez, a quien un animador de un centro nocturno en Morelia llamó con justicia: “José Alfredo Beethoven”. El tal animador lo dijo después de escuchárselo a mi esposa cuando pasábamos por la calle del centro nocturno donde se presentaría: “Una noche con canciones de José Alfredo”.
Ludwig van Beethoven (1770 - 1827) |
Alguien pudo escandalizarse de la comparación, y de hecho así fue, pero no hubo ni hay razón para ello. Los dos fenómenos musicales, Beethoven y José Alfredo, representan los mayores valores de las corrientes estético-musicales que abordaron cada uno de ellos, sin que ninguna de las dos sea más valiosa que la otra. Beethoven y José Alfredo son almas gemelas, que vivieron y actuaron en paraísos diferentes, llenaron sus mundos y el tiempo de arte y belleza y murieron para el mundo material jóvenes y de lo mismo: cirrosis hepática por alcoholismo crónico.
Pero aquí están, no han muerto; jóvenes y para siempre, los dos. Sólo hay que oír su música.