¡Orgullo, altivez y dignidad!
Acerca de mí
- Rogelio Macías Sánchez
- Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022
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jueves, 15 de julio de 2021
INTERMEZZO 20. VEGETALIA Y ALGO MÁS EN MI COLONIA
lunes, 12 de julio de 2021
DE LAS MUJERES DE LOS MÚSICOS 2. BEETHOVEN Y SCHUMANN.
La vida
amorosa de Ludwig van Beethoven (1770-1827) es un gran
enigma. Amó intensamente a muchas mujeres, pero siempre escogió como objeto de
su amor a mujeres prohibidas por la diferencia de clase social o por estar
casadas. Se sabe que varias le correspondieron o por lo menos propiciaron el
cortejo, pero Beethoven decidía consagrarse al trabajo cuando afrontaba la
posibilidad de un vínculo permanente con una mujer. Sus amores siempre fueron
muy discretos y de nada hay una certeza absoluta, pero por el tenor de algunas
cartas se infiere que mantuvo relación de amante con algunas de estas señoras.
Beethoven tenía actitudes ambivalentes hacia las mujeres y el matrimonio y fue
rechazado por muchas pretensas. Es evidente que tantos rechazos, algunos de los
cuales fueron verdaderas traiciones, tuvieron un efecto acumulativo devastador
en su orgullo.
Pero hubo
una “amada inmortal”, una mujer que lo aceptó totalmente como hombre, que le
dijo que era su amado y que lo hizo sin reservas. El amor que ella le profesó
determinó que se manifestara su capacidad reprimida de expresar amor a una
mujer. Una mujer le concedía amor y se proponía arriesgar la condena de la
sociedad para convivir con Beethoven. Por consiguiente, tenía la oportunidad de
convertir en realidad sus deseos conscientes y explícitos de matrimonio y
paternidad. Pero el amor tuvo que luchar contra los esquemas y los hábitos
arraigados de una vida.
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Primera página de la carta a la "amada inmortal" |
De la "amada
inmortal" sólo hay mención en una carta no enviada y encontrada después de su
muerte; nadie sabe quién fue ella. Pero independientemente de quien haya sido,
la carta es un estallido incontrolado de sentimiento apasionado, de tono
exaltado, el pensamiento confuso y una sobrecarga de emociones conflictivas. Su
intensidad proviene de la profunda sinceridad con que refleja este conflicto
íntimo. Es un documento en el cual la aceptación y la renunciación luchan por
prevalecer.
Robert
Schumann (1810-1856) es uno de los personajes más complicados y dramáticos en
la historia de la música. Nació en Sajonia, de una familia pobre, pero con
afanes de ilustración. Inducido a la literatura y a la música, hubo de dejarlas
para estudiar derecho, donde fracasó. A su regreso al arte quiso ser pianista
virtuoso bajo la guía de Friedrick Wieck, pero pronto hubo de dejarlo por una
enfermedad de la mano derecha. Tomó el camino de la composición y la crítica
musical.
Robert
Schumann nació en el lugar y en el tiempo del más exaltado romanticismo, aquel
que apareció como respuesta a la decepción ante lo inhumano de la sociedad,
aquel de la exaltación del individuo y de la libertad personal y, también, de
la depresión hasta el suicidio.
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Clara Wieck |
A los 24 años se enamoró de Ernestine von Fricken, una chica de 16, con quien mantuvo una breve relación que él mismo rompió al cabo de pocos meses. Durante este flirteo compuso su obra más aclamada, Carnaval.
Entonces, y siendo alumno de Friedrick Wieck, se enamoró de la hija de este,
Clara, que tenía sólo quince años y apuntaba ya como una de las pianistas más
notables en Europa. El padre se opuso durante cinco años, al cabo de los cuales
Clara y Robert le ganaron una demanda judicial para poder casarse.
Fue un matrimonio con muchos altibajos. El
amor nunca faltó, pero el dinero sí y los logros profesionales eran muy
disparejos. En tanto ella triunfaba como concertista, él no tenía éxito. Muchas
veces le hicieron encargos de trabajo sólo por ser el marido de Clara Wieck. Para él era más importante el contenido
ideológico de una pieza que el virtuosismo que pudiera exigir para su
ejecución. Alrededor de los cuarenta años aparecieron los primeros síntomas de enfermedad
bipolar, que evolucionó muy rápidamente y él mismo pidió ser recluido en un
manicomio en 1854. Ahí murió dos años después. Clara siempre estuvo cerca de él
y tras su muerte se entregó a dar a conocer por toda Europa la obra de Robert,
dándole gran fama tras varias décadas de giras. Clara, falleció en 1896 y se
halla enterrada en la misma tumba que Robert, en Bonn.
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Tumba de los Schumann en Bonn |