¿Cuál es el mejor vino? Ésta es una pregunta frecuente entre muchas y muchos humanos que se inician en la afición de gustar el vino, afición que está creciendo en México; pero la pregunta se escucha en cualquier parte del mundo. Y la amplitud del adjetivo “mejor” varía desde lo que ofrece una vinatería hasta lo que se vende en una ciudad, lo que se produce en un país o en el mundo entero. La respuesta correcta, si ha de ser honesta, es “el que a usted más le guste”.
Esta respuesta la analizaré
desde el punto de vista práctico y burdo pero muy realista y desde una visión
filosófico-estética. Empezaremos por la primera.
Inmenso viñedo en la región de La Mancha |
En el mundo hay centenas de miles de productores de vino y son excepcionales, si acaso existen, los productores que sacan un solo vino al año, pues aunque saquen un solo tipo de vino, sacan el vino tierno de ese año y el de crianza de años previos. La pregunta es ¿Qué juez, que tendría que ser humano y no informático, podría probarlos todos en un lapso breve de tiempo, de pocos días, y decidir cuál de todos fue el mejor ese año? Y si hubiera dos o más jueces, es seguro que opinarían diferente. Lo que se hace son pequeños concursos regionales o de tipo de vino, patrocinados por los mismos productores, que no tienen un valor absoluto por las razones que alegaremos ahora.
La enología es la ciencia, técnica y arte de producir
vino. El enólogo es el asesor técnico responsable de dirigir los
procesos de elaboración del vino. Es el experto que supervisa en la bodega
tanto la elaboración, el almacenaje, análisis, conservación, embotellado y
comercialización del vino. Pero el vino “es una obra de arte” y su calidad
se debe calificar con los criterios del arte y no con los de la ciencia o el deporte.
El criterio de calificación en el deporte es aritmético. Será el mejor
corredor de cien metros planos el que los recorra en un tiempo menor que
cualquier otro. Será el mejor bateador en el béisbol el que tenga el mejor porcentaje
de bateo, mayor número de carrera producidas y más cuadrangulares conectados. Y
así en todos los deportes de competencia.
Lo mismo sucede en la ciencia farmacológica, por ejemplo; el antibiótico
que tenga el mayor porcentaje de éxitos en el tratamiento de una infección dada
y el menor número de efectos secundarios malos será el mejor para esa
infección.
En el arte es diferente el criterio. En al arte no hay mejor ni peor.
Sólo “me gusta o no me gusta” o, si acaso, “yo prefiero éste a aquel”. El
criterio no es aritmético, es estético, es sentimental.