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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 12 de octubre de 2020

DEL TRABAJO, EL FÚTBOL, LA MÚSICA Y EL COVID-19

 

SARS-CoV-2 (virus del COVID-19)
Son ya seis meses de confinamiento por el COVID-19, mala enfermedad que al mundo tiene triste y semiparalizado, y a mi familia y a mí también, como parte que somos de él.  Pero bueno, es mejor estar confinado que finado. El quehacer se acaba, de placer o de trabajo, y hay que reinventarlo en las dos categorías.

No se puede inventar otro trabajo que él que sabes hacer. Si eres médico, hay que reinventar la asistencia, la superación personal y la educación, ahora a distancia y menos redituables. Pero es mejor que hacer nada y se obtienen experiencias memorables de ello.

 Me piden dar una consulta y me debo negar. Tengo más de ochenta años y por lo tanto la muerte con su guadaña, disfrazada de COVID-19, me tiene echado el ojo. Por otra parte, mi consultorio está en un hospital que atiende enfermos por el tal Corona virus y es riesgoso entrar ahí.

Dar consulta por teléfono es difícil; falta el contacto personal y es imposible la exploración física, pilar indiscutible de la clínica; pero ni hablar, casos hay en que no puede negarse la atención. Y empieza la aventura telefónica, extraña y difícil, que es de angustia y emoción; pero de ella nada diré ahora.

Dar clases de medicina para estudiantes y conferencias relativas a públicos diversos por la Internet ha sido una experiencia maravillosa, que me ha situado en un mundo de relación humana desconocida que yo creía imposible. La sigo preparando y fomentando y pienso continuar en ella cuando salgamos de esta pandemia. Y por ahora, no hay más trabajo, ¡Pobre de mí, qué inutilidad de señor!

¡Pero bueno… falta decir de lo bueno que ha ocurrido en la cuarentena: el entretenimiento y la cultura con la compañera de mi vida: mi esposa Sylvia! En esto, mucho hemos ganado en esta cuarentena. Como actividades compartidas, hemos leído novela moderna y antigüita también, escuchado mucha música clásica, alguna conocida, otra reconocida y mucha desconocida. Hemos visto mucho fútbol, de las competencias internacionales europeas que ahora se dan en estadios cerrados al público. En esto nos tocó la tragedia del Bayern Munich 8 – Barcelona 2. ¡Qué horror!

 Notable y significativo para nosotros ha sido la música. En nuestro modesto pero buen reproductor casero hemos revivido y descubierto enormes tesoros de la música clásica. Buena parte de ella de nuestra mediana discoteca, pero mucha más, y disponible para todos, está en la Internet. Esto es un lujo que se dio a nuestra generación y ¡qué bueno que nos tocó!

Hacemos sesiones diarias de escucharla con atención, no como música de fondo. Se programó por géneros musicales, los cuales no hemos agotado ni agotaremos. Hemos escuchado música de muchos autores, conocidos los más, pero algunos desconocidos. Con ellos hemos viajado por buena parte del mundo y por muchos años, más de quinientos. La mayoría de los encuentros han sido adorables por hermosos y enriquecedores de nuestro espíritu. Pero hasta ahora, cuando sabemos que nos falta muchísimo para apenas medio agotarla, lo que más me ha enriquecido y he disfrutado fue el capítulo del lied.

 Lied, en alemán, significa “canción”, pero no cualquier canción es un lied; es canción culta que musicaliza poemas de escritores trascendentales, como Goethe o Schiller. Los lieder (lieder es el plural de lied) ponen en melodías y aderezan con armonías, textos que ya de por sí son estructuras rítmicas, conjuntando una creación musical hermosa y muy emotiva. La voz se acompaña solamente con un piano, aunque en ocasiones se agrega un instrumento de aliento y pocas veces es toda una orquesta.

Probablemente no es buen término el de acompañamiento, pues es esencial al lied el carácter dialéctico; el piano o la orquesta, con su lenguaje no verbal, juegan un papel protagónico, alternando, comentando o disintiendo de la voz en igualdad de jerarquías. Esto ofrece una riqueza, armónica y de contrapunto, casi impensable para un par de voces.

Surgió en el área alemana y casi no salió de ella. Eso ocurrió en los albores de la era clásica de la música, en la segunda mitad del siglo XVIII. Fue tomada por los más notables compositores de esa área y de ese tiempo, y después Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Brahms, Richard Strauss y finalmente Mahler, además de otros.

Franz Schubert  (1797 - 1828)

Ludwig van Beethoven (1770-1827)
                       
Es opinión extendida entre melómanos, aficionados o profesionales, que el mayor y mejor creador de lieder ha sido Franz Schubert, en el primer cuarto del siglo XIX. Es casi una herejía pensar algo diferente y yo así lo creí y lo sentí muchos años. Ahora, después de revisar el género durante mi reclusión casi conventual por el COVID-19, he cambiado de opinión y mi compositor campeón de lieder es Ludwig van Beethoven. 

¡Quizá la hoguera por hereje consiga terminar conmigo antes que el COVID-19! Pero no, NO los dejaremos, a ninguno de los dos.