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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 5 de abril de 2021

DE LA VIDA, LA VID Y EL VINO

 






Gracias Nuria, por compartirnos esta joya de tu creatividad sincera.






                   S O L E R A

 

        Digamos que la estoy reposando. Sí. Que escogí la vasija correcta. La que la va a hacer añeja. Con solera. Así lo quiero sentir. Así se me ocurrió verla hoy. Especial. Después de vivir día a día con ella tantos años. Minimizándola, despreciándola o hasta olvidándola. Y cómo si no. Si como yo, muchos tampoco han sabido cuándo empezar a sembrar. O ni siquiera si hubo siembra. O peor, que ni debía de haberla. O porque no hubo más remedio, fueron otros quienes sembraron. Pero ¿qué sembraron? ¿La nutrieron, fumigaron para acabar con malas yerbas? ¿Cosecharon finalmente, le sacaron el jugo, la exprimieron? Ni  mucho menos saben que la pueden hacer añeja, con sabor especial.

        Yo, confieso no supe ni cuando, ni como esto del nacer, crecer y reproducirse. Pero lo del reposo antes de morir, aún cuando no esté incluido en su pobre secuencia, sí quiero provocarlo. Lograr un mejor sabor. Más rico. Intentar que mi simiente no fecunde más esa indolente y repetida inutilidad de almas, que se nos obliga a beber cosecha tras cosecha. Cultivadas por las mismas viejas caras, en las mismas pobres tierras, con las mismas pobres vidas. Sin solera, sin añejamiento.

nuria forcadell