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Anton Bruckner, austriaco 1824 - 1896 |
Para la gente mayor que amamos la música clásica, es un placer hablar de ella, pero mayor es el placer de escucharla; hay algunos melómanos que invierten estas acciones. Esto último se presta y se ha prestado a lo largo de los años a discusiones que pueden prolongarse por horas, días, semanas o años, verbales o por correos o medios impresos y en la actualidad por vía de la Internet. Y casos se han dado en la historia en que las discusiones han acabado mal, verdaderamente mal.
Una discusión antigua en el mundo de la música es aquella sobre los sinfonistas, desde Haydn hasta Shostakovich: ¿cual ha sido el mejor o el mayor? Aparecen los nombres de Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Piotr Ilich Chaikovski, Anton Bruckner, Gustav Mahler, Dmitri Shostakovich y algunos otros. Tratándose de un fenómeno estético, no puede haber un acuerdo universal, pues el gusto no depende de números, y si yo prefiero a Juan de Las Pitas, mi opinión en general en ese sentido es tan valiosa como cualquiera otra diferente. Esto termina en el siguiente concepto para las obras de arte: Me gusta o no me gusta. Otra alternativa de juicio es: Me gusta más que... o menos que..., pero NO se puede afirmar que Tal sinfonía de Fulano es mejor que Tal otra de Zutano.
Esto viene porque hace tres días, el viernes 4 de octubre, se dio el concierto programado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa, dirigida por el maestro Martin Lebel, presentando la Séptima Sinfonía de Bruckner como pieza única en el programa; dura sesenta y cinco minutos, poco más o poco menos, según la lleve el director.
Apenas iniciada la semana previa al concierto de marras, surgieron las opiniones de sus fans, de que Bruckner era el mayor sinfonista que se había dado en este pequeño mundo y para demostrarlo estaban ahí sus diez muy largas sinfonías, un par de ellas inconclusas por la muerte del autor. Nunca se dieron razones de estética musical para sostener tal afirmación. El argumento mayor era que son muy largas, de que es mucha música.
Yo, en grabaciones, las he oído todas, las tengo en mi discoteca. En vivo, a lo largo de muchos años y en diferentes recintos sinfónicos, he escuchado seis o siete de ellas. No se ponen con frecuencia y esto, por algo será. Ese algo, creo que ya lo tenemos bien identificado aquellos a quienes no nos gustan las sinfonías de Bruckner. Sostenemos con firmeza que Bruckner no compuso diez sinfonías, sino que compuso diez veces la misma a sinfonía. Yo, que soy de sus peores detractores, afirmo que ninguna sinfonía de Bruckner consta de cuatro movimientos, sino de cuatro veces el mismo movimiento; el primero.
En todas sus sinfonías y todos los movimientos de ellas, el elemento melódico no es notable ni muy variado; predomina el elemento armónico, es decir, el acompañamiento de la melodía, pero en todas las sinfonías suena igual, grandioso, que no grande, pero sin altos ni bajos. Y lo mismo sucede con el ritmo, que en la mayoría de los movimientos de todas las sinfonías tiende a ser rápido y de volumen alto también. Para los que no somos músicos profesionales, todas las sinfonías de Bruckner nos suenan igual. El haber escuchado una nos informa de las nueve restantes.
Bueno, esta es mi impresión, que no un dogma, de las sinfonías de Anton Bruckner; es compartida por muchos melómanos en el mundo: “Bruckner no compuso diez sinfonías, compuso diez veces la misma sinfonía”.