Llama la atención que las tales críticas no existieran antes de Beethoven. No es que no hubiera maldicientes entonces, sino que no había conciertos públicos y a las audiciones privadas de los nobles y de los ricos no invitaban a los periodistas.
Otro hecho notable en el libro es que los autores más atacados sean Beethoven, Brahms, Ravel, Schoenberg, Richard Strauss, Stravinsky y Wagner, es decir, los innovadores, y es aquí donde aplica la frase guía del libro: la No Aceptación de lo No Familiar.
Esas opiniones, que se equivocaron a futuro, muestran lo que de la música sacó de quicio a sus autores, tanto, que los llevo a escribir barbaridades. Lo que más extraña el crítico es la melodía. Hay que recordar que los clásicos de hoy fueron los monstruos de la antimelodía de ayer, pero la no aceptación se extiende a los ritmos asimétricos, al "mucho ruido", a las melodías atonales y a las armonías disonantes, por lo menos para ese momento.
Otra razón de esas críticas invectivas es la intolerancia moral, particularmente en la ópera. Algunos autores fueron severamente criticados por el argumento de sus óperas, que resultaba inmoral para la púdica conciencia del crítico. Pero otra causa, más importante aunque de sentido contrario, fue la deshonestidad de periodistas de la fuente, que por algunas monedas o porque no se las daban, eran capaces de escribir las críticas más disparatadas y destructivas. Van seis de ellas:
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Beethoveen (1770 -1827) |
1. Recientemente se dio la obertura a la ópera Fidelio de Beethoven, y todos los músicos imparciales y los amantes de la música están en perfecto acuerdo en que nunca se ha producido en música algo tan incoherente, chirriante, caótico y que deshaga los oídos. Las más penetrantes disonancias chocan en una armonía realmente atroz, y unas pobres ideas solamente aumentan el efecto desagradable y ensordecedor.
(August von Kotzebue, Der Freimütige, Viena, Septiembre 11, 1806)
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Debussy (1862 - 1918) |
2. Ritmo, armonía, tonalidad, estas son tres cosas desconocidas para Monsieur Debussy y deliberadamente desdeñadas por él. Su música es vaga, flotante, sin color y sin forma, sin movimiento y sin vida... ¡No, decididamente yo nunca estaré de acuerdo con estos anarquistas de la música!
(Arthur Pougin, Le Ménestrel, París, Mayo 4, 1902)
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Stravinsky (1872 - 1971) |
3. Salvo que tu sientas el llamado de lo primitivo... La Consagración dela Primavera (de Stravinsky) sólo será una horrible jerga de principio a fin, mera discordancia sin derecho a tener un lugar en el mismo programa con la música verdadera.
(Philadelphia Public Ledger, Marzo 4, 1922)
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Wagner (1813 - 1883) |
4. El concierto terminó con una obertura (a la ópera Tanhauser) de Monsieur Wagner, compositor alemán. Su obra nos pareció nada más que un acompañamiento ruidoso ausente de melodía. Después de todo, no hay ley que prohíba escribir a quien no tiene ideas. El trabajo de Monsieur Wagner es entonces, perfectamente legal.
(National, París, Noviembre 30, 1850)
5. Yo no creo que una sola composición de Wagner le sobreviva.
(De una carta de Moritz Hauptmann fechada el 3 de febrero de 1849 y publicada en Briefe von Moritz Haupmann an Franz Hauser, Leipzig, 1871)
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Verdi (1813 - 1901) |
6. Rigoletto es la obra más floja de Verdi. No tiene melodía. Esta obra difícilmente tiene oportunidad de quedarse en repertorio (Gazette Musicale de Paris, May 22, 1853)
Muchas de estas críticas tan disparatadas fueron pagadas, pero muchas no y este es el caso que importa. El error del crítico es olvidar que la música es un arte, una forma de conocimiento que utiliza, como medio para conocer, la sensibilidad. El arte no se entiende, se siente; en el arte no hay mejor ni peor, porque no hay marcas que superar; no hay bueno ni malo, pues no se trata de ética y ni siquiera hay feo o bonito. Los únicos juicios inobjetables son: "¿me significa algo y qué?" y "me gusta o no me gusta" y esgrimir las razones para ello, que pueden ser de tipo técnico, enfatizando que se habla en primera persona. Y lo que es totalmente reprobable e invalida cualquier juicio crítico es enfatizar argumentos que califican al autor y no a la obra, como la increíble crónica de un tal James Gibbons Huneker en el New York Sun del 19 de Julio de 1903, en que la agarra contra la música de Debussy y gasta un gran párrafo en decir que el autor era feo y de aspecto desagradable.
Ahora bien, por la lectura del libro que he estado comentando hay el riesgo de caer en el defecto contrario, que nada se critique y todo se califique de bueno, bello o avanzado, para evitar ser calificado, ahora o después, de crítico ignorante, sin sensibilidad o de mala fe. Creo que esto es casi tan malo como la invectiva. Si algo no me gusta, debe quedar claro que no me gusta y debo esgrimir mis razones, permaneciendo dispuesto a aceptar opiniones diferentes como muestra de la diversidad de los humanos. La historia ha demostrado que nunca toda la obra de una época o un autor ha sido valiosa y trascendente, pero la que tiene más oportunidad de trascender es la que ofrece novedades y son éstas las que el crítico musical es más reacio a aceptar.