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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 25 de agosto de 2022

INTERMEZZO 40. DE LOS CELULARES EN LA SINFÓNICA.

La música, como la poesía y el teatro, son artes que se dan en el tiempo, no en el espacio como la pintura, la escultura o la arquitectura. Las últimas ahí están y puedo regresar a ellas cuantas veces pueda o quiera y disfrutarlas entonces; si algo me estorba, me muevo o vuelvo después, la pieza de arte ahí estará, esperándome. La obra de arte musical sólo existe mientras se está ejecutando; si algo me estorbó para apreciarla, el tiempo que sea, esa obra, completa o parcialmente, se perdió para mí; no la puedo reponer ni regresando a otro concierto, porque en ese otro concierto será otra obra.






Lo que puede estorbar la experiencia estética musical son muchos factores que se han venido corrigiendo a través de los años desde que se da la música clásica: los músicos de la orquesta y el director visten uniformemente de negro para no ser distractores, las luces de la sala se mantienen bajas, se evita entrar o salir mientras se ejecuta una obra musical, se pide no hablar o hacer ruidos durante ella, se procura no moverse demasiado en los asientos, porque todo eso son  distractores que pueden echar a perder la experiencia estética y momentánea de la música. Se pide silenciar los teléfonos y no hacer fotografías con flash o videos con luz. 

Pero hay un factor actual que no se toma en cuenta, pero que es tan estorboso para el disfrute cabal de la música en un concierto sinfónico como los que en el párrafo anterior mencioné: el uso del teléfono celular para estar conversando, "chateando", con vecinos dentro de la sala de conciertos o fuera de ella, en la ciudad, en el país o fuera de él. Esto no hace ruido, pero lo que molesta a los vecinos de butaca, hasta el grado de estorbar e incluso suprimir la experiencia estética de escuchar la música, es la luz intensa que está emitiendo continuamente el dispositivo celular, que deslumbra, molesta y estorba

En los cines ya se pide que apaguen los teléfonos celulares aún para esta función de chateo; ¿podría conseguirse esto para los conciertos de música sinfónica o de cámara?

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