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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 29 de agosto de 2022

DE HOMERO, LA ILIADA Y LA ODISEA Y EL VINO.












Homero fue un griego que vivió en el siglo VIII antes de Cristo, aunque hay historiadores, antiguos y modernos, que afirman que fue un siglo después. Era ciego y siempre lo guio un lazarillo; así anduvo por toda Grecia por muchos años. Era recitador de poesía épica, la que cuenta, en forma de versos largos, acciones guerreras y heroicas.



Estos cantores eran itinerantes, andaban de pueblo en pueblo por toda la Grecia cantando de memoria sus poemas, larguísimos, tanto, que en la empresa editorial moderna ocupan un libro de más de cien páginas. Dicen que no se equivocaban ni omitían parte alguna del poema. El pueblo, que ansioso acudía a escucharlos, se congregaba en las plazas de los lugares y pagaban los honorarios de estos recitadores, que les eran suficientes para vivir.

Ahora bien,  había dos tipos de recitadores: los que cantaban poemas de los que eran autores y los que lo hacían de poemas de autoría ajena; los primeros se llamaban aedos y los segundos, rapsodas. De Homero, el recitador más famoso que existió y casi el único que ha trascendido hasta nuestros días, hay historiadores que opinan  que era aedo y otros, que era rapsoda. ¡Vayan ustedes a saber!, pero el hecho es que los únicos poemas heroicos de esas fechas que han trascendido, son los dos que, de pueblo en pueblo de Grecia, cantaba Homero: Ilíada y Odisea.



Estos poemas giran alrededor de la mítica Guerra de Troya. Ilíada, sobre la guerra misma que duró diez años y terminó con la destrucción de la ciudad; en Odisea se describe el accidentado regreso del aqueo Odiseo (Ulises), que tardó otros diez años en volver a Grecia. En los dos poemas interactúan humanos y dioses, intrincada y continuamente.



Muchas dudas acerca de la autoría y la veracidad de estos monumentos de la poesía épica son debidas a que la guerra de Troya se dio, por lo menos, cuatrocientos años antes de Homero, por lo que éste, aedo o rapsoda, nunca tuvo una buena fuente  de información de lo sucedido y seguramente, mucho de lo narrado en los poemas fue inventado. Incluso se ha llegado a pensar que la Guerra de Troya nunca se dio. Una vez más, ¡vayan ustedes a saber!.













Sin embargo, hay algo en lo que no cabe duda alguna: Ahora mismo, ¡vale la pena leer estos poemas épicos de casi tres mil años de existencia! Por algo han sobrevivido.






La entrada de hoy trata del vino y presento un fragmento de La Iliada y uno de La Odisea que hacen referencia a él; que ustedes los disfruten.



"...Recibiole, el cíclope bebió y luego
se alegró sumamente con el vino,
tornó luego a beber con sed ardiente:
"Dime tu nombre, amigo, porque quiero
con honesto hospedaje darte el pago,
aunque también la tierra que habitamos
los cíclopes, nos da vino a nosotros,
de grandes uvas, y con ellas crecen.
Las lluvias que ellas mismas apretadas
le producen y manan por las cuestas;
pero este vino dulce que me has dado, 
es el de ambrosía y néctar de los dioses"
Dijo el Cíclope, y yo del negro vino
le di otra vez..."
                                       Odisea, rapsodia IX


"... Y al extremo
del campo todo cuando ya llegaban,
un hombre que al encuentro les salía
profundas tazas de oloroso vino
les ponía en las manos, y en bebiendo,
otros surcos a abrir atrás volvían
en impaciencia deseando todos
del profundo noval a la otra punta
prontamente llegar (...)

(...) También de oro macizo, y muy hermosa,
una viña entalló de no pequeña
extensión, y las cepas oprimidas
al paso de las uvas, por estacas
hechas de plata sostenidas eran;
y entre las verdes hojas los racimos
negrear se veían, y en su contorno
cavado foso de negruzco acero
y un seto que de estaño fabricara
la entrada prohibían; y una sola
hizo y angosta calle que pudiese
a ella guiar y parecía llena
de los acarreadores que volvían
a la aldea, la viña vendimiada
y mancebos gallardos y doncellas
en canastos de mimbre el dulce fruto
llevaban al lagar, y en medio de ellos
un muchacho la cítara sonora
tañía blandamente, y al sonido
en baja y dulce voz iba entonando
de Lino la canción, y la cuadrilla
ágil danzaba voz cantando leda,
con ruidosa algazara le seguía...
                                         Iliada, rapsodia XVIII