Claude Debussy 1862 - 1918 |
El impresionismo en la música es un fenómeno especial que se dio hacia el final del siglo XIX, cuando la romántica había tomado a su cargo toda clase de mensajes a través del lenguaje musical. Desde luego que no la sustituyó, pues ni siquiera interrumpió su decurso, que siguió su historia hasta después del impresionismo o de Debussy. Porque hay quien dice que esta corriente está representada por un solo autor: Claude Debussy. Lo que es cierto, es que no fue el impresionismo el que nutrió las obras de Debussy, sino que estas le proporcionaron sus cartas credenciales al impresionismo. Impresionismo en la música es lo que se hizo como Debussy.
El término se forjó en París en 1784, en
el mundo de la pintura, cuando el título de un cuadro de Monet: Impresion, soleil levant, permitió a los
críticos de entonces identificar a la "escuela impresionista". Se
trata de un arte de reacción inmediata que se esforzaba en representar la
realidad tal y como la percibimos y no en su pretendida realidad objetiva. Es
una búsqueda de la verdad que lleva al subjetivismo. El color ocupa el lugar
del dibujo, formas y colores se confunden. La pintura salió del estudio y sentó
sus reales al aire libre.
Debussy escogió tal nombre para su arte, primero porque lo escuchaba por todos lados y después, porque definía su actitud ante la música. Así la hizo: informal, subjetiva, colorida, de la naturaleza. Los sonidos, como los colores en la pintura, se superponen, y su conjunto seduce por su belleza sensual. El sonido es el alma misma del impresionismo. De la melodía no quedan sino fragmentos, que por su ritmo, inflexiones e intervalos, expresan lo esencial.
Es música programática de la naturaleza, pero no la imita, la aprehende. Para Debussy, "la música es responsable del movimiento de las aguas, del juego de las curvas que describen las brisas cambiantes". Sigue después diciendo que "nada hay más musical que una puesta de sol. Para el que sabe observar con emoción, es la más bella lección de desarrollo escrita en este libro: la naturaleza". Un soplo de grandeza se siente en esta frase, que más allá de la poesía, hace coincidir las leyes del universo con las de la música. No es el objeto lo que importa, sino el impacto que produce en el alma del compositor. Cuando con motivo del estreno de su obra sinfónica La mer, un crítico comentó que la pieza no recordaba para nada al mar, Debussy se limitó a contestar: "Eso nos tiene sin cuidado, al mar y a mí".
Es difícil encontrar profetas musicales de
Debussy, salvo algunas páginas de Chopin y ciertos destellos interiores de
Schumann. De Cesar Franck se ha dicho que se opuso al impresionismo, pero hay
quienes aseguran que lo predijo. Difícil también es encontrar seguidores. El
primer nombre que surge es Maurice Ravel, aunque es más lo que los separa que
lo que los une. Manuel de Falla en España, Bartók y Kodály en Hungría y el
joven Stravinsky, que tuvo la sabiduría de no resistirse a las tentaciones que
le ofrecía el lenguaje armónico de Debussy. Su fuerte personalidad asimiló lo
que le fue necesario y a su vez influyó en su antecesor. La música de
Schoenberg evolucionó por caminos paralelos y en algunas de sus piezas para
piano revela un impresionismo curiosamente nórdico y germánico, que es bastante
diferente del latino. Webern, con una lógica muy rigurosa, llevó los elementos
impresionistas a niveles intelectuales muy altos, lo cual probablemente
descalifique a música tal como impresionista. Finalmente, en la misma Francia,
Oliver Messiaen parece ser el último representante del impresionismo, escuela,
corriente o sensibilidad a la que no podemos escapar ni dejar de rendir
tributo.