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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 7 de noviembre de 2024

INTERMEZZO 91. FESTEJANDO A LOS MUERTOS EN COATEPEC

           





 




Coatepec es un pueblo que tiene nombre de cerro.

Su nombre significa Cerro de las Serpientes.


En el medio, el cerro, grande, siempre verde.
Abajo, las blancas casas del pueblo.
El cielo, como casi siempre en la región,
anuncia lluvia.

Coatepec recuerda a sus muertos cada año en los primeros días de noviembre, pero en los últimos años le ha entrado a los desfiles de catrinas y el ornato de su jardín principal con motivos de calaveras festivas y demás, que son más motivos de juego que testimonio de duelo. Les sale bien, esta entrada es una muestra fotográfica de ello.

El kiosko central, en cuyo piso bajo venden unos helados deliciosos
           











y desde donde se contempla esta estatua de Don Miguel, con una expresión hermosa de sabiduría y bondad.











































                                                 




























¡Hasta con cajero bancario!
       

Nos veremos en el panteón



  


























lunes, 4 de noviembre de 2024

A PROPÓSITO DEL RÉQUIEM DE MOZART


El pasado viernes 1 de noviembre estuvimos una vez más en la Sala Tlaqná en el concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el que se presentó, como pieza estelar del programa, el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. Muchas veces lo he escuchado en mi vida, en vivo y en  grabaciones; es una pieza sublime.

Me vino a la memoria la velada en que lo escuché por vez primera, hace ya muchísimos años. Unos después hice una nota de esa audición para una columna semanal de música que tenía yo en un diario de Morelia, ciudad en la que residí hasta hace dos años y medio. Ahora revivo esa nota, porque a mi edad me resulta mejor recordar historias que inventarlas.

                                         * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Romano Picutti
1908 - 1956







Recuerdo cuando escuché por vez primera el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. Fue el 26 de septiembre de 1951 en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, donde entonces yo vivía. Lo que nos llevó al teatro a mi madre y a mí fue la curiosidad de escuchar a un coro de niños de la provincia mexicana, de Morelia, que estaban ganando cartel entre los conocedores y de cuyo director decían que era el mejor del mundo. Lo cantaron con una orquesta también de provincia, la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), que desde entonces era muy prestigiada y considerada entre las mejores del país. Eran los Niños Cantores de Morelia, treinta y cinco, que cantaron las voces de soprano y contralto. Los adultos, tenores y bajos, eran de un coro que se presentó como de la Catedral de Morelia. No recuerdo los solistas, pero el director fue el maestro Romano Picutti.


Wolfgang Amadeus Mozart
1756 - 1791



Resultó en una de las experiencias musicales más profundas que he vivido y, por supuesto, de las memorables de por vida. Por el descubrimiento de ese Mozart, joven genio en agonía, con tanta angustia por lo externo, tanta serenidad interior y la conciencia absoluta de su trascendencia. Obra non del arte universal es el Réquiem, de forma y fondo, de cuerpo y espíritu. Varias veces más lo he escuchado en mi vida y grabaciones tengo varias, pero nunca más he sido sacudido tan intensamente como esa noche.




¿Y los Niños Cantores de Morelia? Su actuación resultó indeciblemente hermosa. La OSX estuvo en una buena noche, pero nadie la mencionó después del concierto; a los solistas tampoco. El faro que alimentó la inefable velada fueron los Niños Cantores de Morelia, que cantaron como ángeles que desde el cielo dirigiera el mismo Mozart. Pero hubo una figura más señera y reconocida: la del maestro Romano Picutti, verdadero forjador y director inigualado de esa leyenda que son “esos” Niños Cantores de Morelia, los de 1950 a 1960, que, como leyenda auténtica, fueron reales y son irrepetibles.