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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 20 de febrero de 2023

DE LA TERCERA SINFONÍA DE MAHLER.

 

El viernes pasado, 17 de febrero, estuve en la Sala Tlaqná, en Xalapa, en el concierto de viernes por la noche de la temporada regular de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX); el motivo, la Tercera Sinfonía de Mahler bajo la dirección del maestro Martin Lebel.

Gustav Mahler



La Tercera Sinfonía de Gustav Mahler (1860-1911) data de 1896, su mejor época, emocionalmente hablando. Había superado (o por lo menos así parecía) los conflictos religiosos, sociales y sentimentales de su juventud y estaba en plenitud física, laboral y emotiva. Se comía el mundo a puños y su Tercera Sinfonía es la justa expresión de esa cumbre vital que había alcanzado. La obra es muy larga, dura cerca de cien minutos, pero apenas caben en ese tiempo tantas ideas y tanta música; está sobrada de optimismo y de vitalidad sensible y no es heroica. No es el poema épico de una lucha o una victoria, es el manifiesto de su enorme suficiencia y de su felicidad a través del amor. Los nombres de los seis movimientos lo dicen todo: 1. Pan ha despertado, llega el verano (Pan, el dios Pan, es Mahler, por supuesto), 2. Lo que las flores me dicen, 3. Lo que me dicen los animales del bosque, 4. Lo que el hombre me dice, 5. Lo que me dicen los ángeles, 6. Lo que me dice el amor. Vale anotar que estos títulos, con los que fue estrenada la obra, posteriormente Mahler los retiró y sólo dejó indicaciones de tiempo y modo.

El primero (Potente y decidido) es una forma sonata, la más compleja que jamás se haya escrito. El tema principal es recurrente y dominante, es el dios Pan. Hay un pasaje melódico a cargo del trombón, verdaderamente inolvidable y el movimiento completo desborda optimismo por su tiempo y su orquestación, de las más ricas que se hayan usado en una sinfonía, con gran cargo a los metales, donde se presenta un coro de nueve cornos. El segundo (Tiempo de minueto) es un hermoso lied (porque de minueto sólo es el tiempo) de melodías asaz serenas cuanto hermosas. El tercero (Cómodo y juguetón) es una larga pieza bucólica cuyo tema principal, muy lírico y romántico, corre a cargo de una trompeta fuera de escenario, se repite y se repite, permitiendo, entre las repeticiones, brotes irrefrenables de entusiasmo y euforia. El cuarto (Muy lento y misterioso) se refiere al hombre mismo, al hombre de Nietzche, al superhombre  “que quiere la eternidad”. Utiliza un texto del propio Nietzche que canta una mezzosoprano en una melodía larga y misteriosa. El quinto (Vivaz y con ánimo) vuelve a pedir la voz humana: un coro femenino, uno infantil y la mezzosoprano, para expresar las complejas ideas religiosas y trascendentes que Mahler se había hecho en un sincretismo judaico, católico y esotérico. El texto es de esa antigua colección alemana que se llama El cuerno mágico del doncel; claramente suena, en la música de Mahler, extraterreno; alguien diría que celestial. Finalmente, el sexto (Lento, tranquilo, con expresión) es la apoteosis del amor que, a la usanza wagneriana, se prolonga enormemente en un éxtasis creciente de intensidad que parece que nunca terminará; es el amor de Mahler, que nunca terminó. Larga es la obra y enorme la orquestación, exigiendo los máximos extremos sonoros a los alientos, la mayor suavidad y emoción a las cuerdas y la potencia y decisión a las percusiones.

Orquesta Sinfónica de Xalapa en la Sala Tlaqná

Esa es la Tercera Sinfonía de Mahler, que nos presentó el pasado viernes la OSX. Estuvieron la mezzosoprano Harumi Castro, el Coro infantil del Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, la Sección femenina del Coro de la Universidad Veracruzana y la dirección magistral, sentida, emotiva, perfecta y apasionada del maestro Martin Lebel. La orquesta respondió, entregada a buscar la perfección técnica, obteniendo un resultado final de brillo, emotividad y grandeza extraordinarios. 

Al final, aplauso sentido, flores para la solista y primeras damas de la orquesta y nosotros saliendo con una sensación de plenitud espiritual y de identificación total con lo mejor del ser humano: el arte y el amor.