UN AÑO DE VIVIR CON EL CoViD-19 ENCIMA
2 y 3 de enero de 2021
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Ciudad de Wuhan, China |
El
15 de marzo, las cifras de contagios, enfermedad y muertes por CoVid-19 en
Morelia se volvieron alarmantes, con alta ocupación hospitalaria y saturación
de los servicios de terapia intensiva para los enfermos graves con
insuficiencia respiratoria, tanto en los hospitales públicos como los privados.
Personas sabias y bondadosas nos aconsejaron el confinamiento riguroso en casa,
autovigilancia permanente en el hogar, incluyendo saturación de oxígeno en
sangre, y que yo me olvidara, por el momento, de mi actividad como médico, dado
que mi consultorio está en un hospital CoViD. La consigna para aceptar esta
propuesta fue: “Es mejor estar confinado que finado”. El 20 de marzo
entramos a casa y desde entonces no hemos bajado la guardia ni a la ciudad.
Con
anteojos, cubrebocas y máscara en ocasiones, salgo diariamente a caminar para
mantenerme en forma física y lo he logrado. Pocas veces a la semana salgo en
coche para compras necesarias de alimento (nuestro y de nuestras perras) e
higiene. La asistencia de trabajo doméstico se ha reducido al mínimo
indispensable y no aceptamos visitas. Algunas compras se hacen por teléfono o
internet y nos son entregadas en casa.
Hace
unos días tomamos conciencia que, desde el día de inicio de nuestro
confinamiento, hemos visto llegar la Primavera el 21 de marzo, el Verano el 21
de junio (mi cumpleaños), el Otoño el 23 de septiembre (el cumpleaños de mi
esposa) y el Invierno el 21 de diciembre, las cuatro en el 2020. ¿Cuántas
nuevas estaciones veremos llegar aquí trepados? No lo sabemos, pero si lo hemos
hecho con cuatro, no vamos a rajarnos cuando, necesariamente, ya nos falta
menos que al principio para ganarle a la pandemia; porque le queremos ganar, de
eso no nos cabe duda.
Se sabe que estas cambian con los años de
matrimonio y muchas veces los cambios son de deterioro; nosotros vamos en más
de cincuenta años juntos.
Las relaciones matrimoniales se deterioran
con el estrés y la verdad es que un confinamiento tan prolongado como este que vivimos
ahora es un estrés muy severo.
Las relaciones matrimoniales se deterioran
por la cercanía física prolongada y continua sin tiempos y espacios para la
actividad personal. Esto no es una condición obligada en nuestro caso, pues la
casa es grande y ofrece la posibilidad de disponer de espacios separados cuando
así se desee o convenga.
Pues bien, ¿qué ha sucedido en nuestro caso?
Yo creo que estas relaciones de pareja son mejores ahora que antes del encierro
por el CoVid-19.
Estamos más tiempos juntos y creo que
hablamos más que antes y me parece claro que hemos procurado, aunque sin
acuerdo previo, bajar cualquier tono agresivo de la conversación y tratar los
temas que sean, desde domésticos hasta filosóficos, con serenidad y en tono
menor. En ocasiones nos preguntamos ¿qué día de la semana es? No habiendo
referentes externos, cualquier día parece sábado o domingo y con frecuencia surge
la pregunta: ¿Qué día es hoy? La respuesta suele ser jocosa y motivo de
disertación.
Pero así como esa pregunta, surgen muchos
temas, de todos los niveles y variedades, que son platicados, que no discutidos
con serenidad y buen juicio. Hemos tenido noticias alarmantes de la familia y
las hemos manejado, entre nosotros dos, igual. Tomamos clases de filosofía en
línea y yo doy clases y conferencias a través de la Internet.
Hemos retomado actividades que enriquecen
nuestra vida espiritual y nos hacen hasta festejar el confinamiento: escuchar música
clásica en forma sistemática y ordenada, por ciclos de compositores, lo que
mucho enriquece nuestros espíritus, nuestra mente o nuestra cultura, como le
quieran llamar, y que nos hace mejores.
Hay actividad física (ejercicio) también
programada, en pareja y en forma individual, que nos mantiene “super”. No se
piense que es agotadora; es más leve que fuerte y nos tiene bien.
La lectura en voz alta la cultivamos de
recién casados; después de cincuenta años la hemos retomado también. Por supuesto
que hemos leído bueno, regular, malo y peor, pero siempre es mejor leer que no
leer; es enriquecedor.
Jugamos memoria, dominó y ajedrez y así
hemos llevado bien casi trescientos días de confinamiento, al que no pensamos
renunciar hasta que, en nuestro criterio, pueda ondearse la bandera blanca con
el CoVid-19. Hay que recordar:
“Es
mejor estar confinado que finado”
Atención: También estamos al tanto y
seguimos las mejores ligas deportivas en el mundo: fútbol, béisbol, americano y
básquetbol. Odiamos y quisiéramos desaparecer el boxeo y las luchas, todos y
todas: mexicana, gringa, de hombres y de mujeres. Ya lo conseguiremos. Abur…