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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 4 de enero de 2021

DEL GÉNERO "SINFONÍA" EN LA MÚSICA CLÁSICA

El título de esta entrada obliga a definir, antes que nada, que entendemos por música clásica. Me queda claro que es una definición operativa que no todos comparten, pero es la que yo acepto y utilizo para fines de entender y explicar todo lo que en ella se da.

Lo que define a la música clásica es excluyente. Se trata de aquella que no es popular ni folclórica; es hecha por pocos con la idea de que la gusten muchos, pero estos no son tantos. Sus autores y ejecutantes han estudiado una larga carrera en escuelas especiales que se llaman conservatorios, y sus oyentes, en general, han sido inducidos a gustarla por tradición familiar, que después puede cultivarse. Se requiere de cierta iniciativa personal para llegar a ella. Lo que es definitivo es que ha trascendido las fronteras del tiempo y el espacio y en la actualidad es universal.

Además de las limitantes de no ser folclórica o popular, la música clásica estuvo confinada a un ámbito geográfico, el de la cultura occidental, es decir, los pueblos europeos y sus herederos culturales, primero los americanos y después algunos otros. En fechas recientes tiene un desarrollo notable en el extremo Oriente. Hay también una limitante temporal. Con el término de música clásica nos referimos a aquella creada después del Renacimiento; como año de referencia, el 1600.

Esta música clásica es el fenómeno cultural más brillante que se ha dado en la historia de la humanidad, sólo comparable, por sus alcances, a la ciencia de la Europa posrenacentista, la madre de nuestras universidades actuales.

Ahora bien, tanto en la música clásica como en la folclórica y la popular hay variedad, determinada por el uso de la música: hay música para cantar, para ser escuchada y para bailar; y dentro de cada uno de estos apartados hay, a su vez, variantes. En la música popular, para cantar hay corridos, boleros, rancheras y otros; para bailar hay cumbia, mambo, salsa y más. En la música clásica hay canciones, hay danzas y música para escuchar; esta es la más abundante y puede ser por solistas, dúos, tríos, cuartetos y así aumentando hasta orquesta de cámara (20 instrumentistas) y gran orquesta, que mejor se conoce como orquesta sinfónica. En la actualidad va entre sesenta y cien instrumentistas, pero las hay de menos y las hay de más. Siempre tiene director. El ejemplo más desarrollado, conocido y gustado de música clásica para escuchar tocada por una orquesta sinfónica es la sinfonía.

Orquesta sinfónica moderna 
con su director al frente

La sinfonía me parece la cumbre de la música clásica para gran orquesta. Surgió en la segunda mitad del siglo XVIII en el ámbito alemán, después de la muerte de Johann Sebastian Bach. Sus hijos, Carl Philipp Emanuel y Johann Christian, al mismo tiempo que otros compositores alemanes de la escuela de Manheim, hicieron las primeras obras con la estructura formal de la sinfonía clásica. Hay que hacer notar que durante el Renacimiento y la época barroca se hicieron algunas piezas menores con el nombre de sinfonía, pero que nada tienen que ver con nuestra sinfonía clásica.

La sinfonía es una obra muy estructurada, grande, seria, que consta de varias partes que se nombran movimientos y en general es larga. Las breves son de treinta minutos y las hay de más de cien. Pero lo importante de la sinfonía es su papel de mensajera de ideas y estados de ánimo emitidos en lenguaje musical, que suele ser bello y lo es más cuando se consigue descifrarlo; entonces la experiencia es infinitamente enriquecedora del espíritu.

Portada de la primera edición de la
Quinta Sinfonía de Beethoven

Los movimientos de la sinfonía clásica suelen ser cuatro, aun cuando hay obras de sólo dos y de hasta seis. Cada uno tiene carácter y estructura diferentes, el mensaje es distinto y suelen acomodarse conforme a un orden que ha demostrado ser el que más llega a los oyentes. Hay sinfonías que no lo siguen, pero la mayoría sí y es así:

1. Un movimiento sonata, que es académico, formal y sabio; expone las ideas rectoras y el carácter de la sinfonía entera. Su estructura es compleja y en general es rápido (Allegro), pero no mucho. Es mejor dejarse llevar por los hermosos sonidos a tratar de entenderla.

2. Un lied, una canción sin palabras, más lento que el primero (Adagio), sentimental y romántico. Se siente que se puede cantar y suele enternecer.

3. Un Minueto con trío o un Scherzo. Este último es el derivado moderno del minueto. Es una danza, es un juego, es una broma y en ocasiones una burla que alterna comedia y tragedia. Su forma musical suele ser simple y fácil de seguir. No suele ser rápido ni lento, suele ser un Andante.

4. Un Rondo final, un auténtico juego de ronda infantil, muy rápido (Presto), muchas veces con la misma estructura del movimiento sonata pero ligero, que suele terminar en forma festiva la obra entera.

Portada de la Novena Sinfonía de Dvorak
"Del Nuevo Mundo"

Cientos de compositores han escrito miles de sinfonías. Ahí están. Claro que, como sucede en el arte, hay las que más gustan y las que gustan menos, lo que determina que las primeras sean las que más se toquen en conciertos, se graben y se escuchen.

Voy a nombrar algunos de los compositores más notables de sinfonías desde su origen hasta nuestros tiempos. Será en orden cronológico, sin significado de preferencia o gusto de mi parte. 



Franz Joseph Haydn, austriaco, 1732 – 1809.  Ciento cuatro sinfonías y más...

Wolfgang Amadeus Mozart, austriaco, 1756 – 1791. Cuarenta y una sinfonías.

Ludwig van Beethoven, alemán, 1770  – 1827. Nueve sinfonías.

Franz Schubert, austriaco, 1797 – 1828. Ocho sinfonías.

Félix Mendelssohn, alemán, 1809 – 1847. Cinco sinfonías

César Franck, belga, 1822 – 1890. Una sinfonía.

Johannes Brahms, alemán, 1833 – 1897. Cuatro sinfonías.

Piotr Illich Chaikovsky, ruso, 1840 – 1893. Seis sinfonías.

Antonin Dvořák, bohemio, 1841 – 1901. Nueve sinfonías.

Gustav Mahler, austriaco, 1860 – 1911. Diez sinfonías, la última inconclusa.

Jean Sibelius, finlandés, 1865 – 1957. Siete sinfonías.

Heitor Villa-Lobos, 1887 – 1959, brasileño. Doce sinfonías.

Serguéi Prokófiev, ruso, 1891  1953. Nueve sinfonías, dos juveniles

Carlos Chávez, 1899 – 1978, mexicano. Seis sinfonías.

Dmitri Shostakovich, ruso, 1906 – 1975. Quince sinfonías.


Quizá algún compositor importante se me esté escapando, pero ninguno me sobra. César Franck compuso una sola, pero ¡que sinfonía! Esa sola basta para tenerlo en la lista de los grandes sinfonistas de la historia.

Y ahora, la lista de mis cinco sinfonías favoritas, enlistadas en orden cronológico de cuando fueron hechas, no por preferencias.








            

             Wolfgang Amadeus Mozart: 
             Sinfonía 41, "Júpiter", 1788.







           Ludwig van Beethoven:
           Sinfonía 3, "Heroica", 1804.










                 
                         Franz Schubert:
                         Sinfonía 8, "Inconclusa", 1822.







              

             Gustav Mahler:
             Sinfonía 9, 1908.










                              Dmitri Shostakovich:
                              Sinfonía 5, 1937.


















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