Acerca de mí

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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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jueves, 19 de mayo de 2022

INTERMEZZO 35. ÚLTIMA FLORALIA DESDE MICHOACAN.




 






Muy hermosa Morelia, cuando no hay humo.




































































































Las lindas Tetas.


































                                                                                                   


                              

                                                                                  

¡Adiós Morelia!
¡Adiós Valle de Guayangareo!
05/02/1971 - 12/05/2022

                               

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lunes, 16 de mayo de 2022

DEL CANTO DEL CISNE O EL ÚLTIMO VINO VIEJO DE MI CAVA VIEJA.




Se está cerrando un  gran ciclo de mi vida y se ha cerrado el de mi amada cava de vinos. Después de cincuenta y un  años se cierra el gran ciclo de Morelia.





Después de cuarenta y seis años recién se cerró el ciclo vital de mi cava, no vive más. Sus más de doscientos espacios, que días hubieron en que ocupados estaban todos, hoy están vacíos. ¡Que triste asomarse a la cava familiar! 



Se dejó vaciar a raíz del enclaustramiento por el CoVid 19 y porque ya nos vamos de esta ciudad; no hay razones malas para dejarla, hay razones buenas para emigrar.
Cuando uno está por dejar una ciudad y una casa, todo se termina en la casa, hasta la comida y la bebida esenciales. Tal cual sucedió uno de estos días; se preparó en casa una ensalada para dos, con lechuga, aguacate y salmón de lata y había que buscar una bebida que le fuera a tal. Tenía que ser un vino.





Fuimos a la cava y encontramos una sola botella sobreviviente, una champaña española, seca, de la añada 1997, veinticinco años hace. Salió, se lavó con suavidad para desempolvarla y, preparadas las ensaladas, la abrimos. Tenía gas, era burbujeante, poco picosa al paladar pero sabrosa, sabrosísima, espumante y deliciosa; dignísima compañera para comer ensalada de salmón y así la disfrutamos. Valió la pena esperar un cuarto de siglo para descorcharla. Digno final de la vida de una cava hermosa y generosa.




Digno final, un sublime canto del cisne, que cuando va a morir, entona su canto mejor.