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Don Pedro Calderón de la Barca (1600 - 1681) |
“…que toda la vida
es sueño,
y los sueños,
sueños son.”
Pero
don Pedro se equivocó. Dicen que los recién nacidos, que duermen veinte horas
al día, sueñan en casi todas ellas; pero que me digan ¿cómo saben que sueñan y lo
que sueñan? Por ahora, no hay estudio neurofisiológico que soporte tal
afirmación y nunca existirá, entre otras cosas, porque los sueños son
experiencias subjetivas vitales, generadas durante el sueño, matizadas en la vigilia y
conservadas en la memoria.
Se
pasa a ser niño, se crece y en los años de primaria quizás yo soñaba, pero no
lo sé ni hay modo de averiguarlo. En mi despertar a la pubertad y la
adolescencia soñaba yo mucho, sin orientación temática en lo general, pero casi
siempre los sueños se referían a experiencias inmediatamente pasadas, de índole
cualquiera. Estos son ahora, si acaso, vagos recuerdos que nunca me ocupé de
preservar por escrito, aunque alguna vez lo pensé.
En
toda mi vida sólo tengo memoria de un sueño terrorífico. De catorce o quince
años, en esa fase del sueño en que se está por despertar. Mi madre entró a mi
cuarto y viéndome dormido, suavemente me besó en la frente. Esa muestra de amor
fue el detonante de un sueño en que sobre mi frente estaba parado, con sus
cuatro patas en tan limitado espacio, un gran tigre de Bengala rugiendo y
amenazante; desperté de súbito con gritos de terror. Ese sueño sigue tan vivo
ahora como cuando lo tuve
Seguí
soñando mucho mientras me convertía en adulto y dormía a pierna tendida, de
tarde en la siesta o de noche. Llegado a la adultez, más o menos cuando me casé,
bajaron muchísimo mis noches de soñar; quizás las ocupaba en otras cosas y no
hubo sueños recordables.
Pasan
los años, se avecina la senectud, cambian los modos de vida. Los viejos ya con
años en deuda con la vida, dormimos poco y soñamos menos, si acaso soñamos. Y
nuestros sueños son evanescentes; por lúcidos, emotivos o simpáticos que sean,
al despertar pronto los olvidamos, con cualquier motivo, pretexto o sin alguno.
Nada queda para recordar de ellos, así son. Don Pedro Calderón de la Barca
estaba equivocado.
Hola Rogelio me voy a hacer fan de tu blog..creo que tienes razón..la vida no es sueño..sólo y nada más y nada menos es VIDA. Y la mejor suerte que podemos tener en el transcurrir de la nuestra es recordar lo que vivimos y disfrutarla como tu siempre lo haces..y
ResponderBorrarlos sueños sueños fueron
Gracias por comentario tan sentido
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