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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 19 de abril de 2021

DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA ESTABA EQUIVOCADO

Don Pedro Calderón de la Barca
(1600 - 1681)

 






    

     “…que toda la vida es sueño,
             y los sueños, sueños son.”






Así termina Segismundo su famoso soliloquio, cuando piensa en la vida y en su suerte. ¿Dónde? En La vida es sueño de don Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681).

Pero don Pedro se equivocó. Dicen que los recién nacidos, que duermen veinte horas al día, sueñan en casi todas ellas; pero que me digan ¿cómo saben que sueñan y lo que sueñan? Por ahora, no hay estudio neurofisiológico que soporte tal afirmación y nunca existirá, entre otras cosas, porque los sueños son experiencias subjetivas vitales, generadas durante el sueño, matizadas en la vigilia y conservadas en la memoria.

Se pasa a ser niño, se crece y en los años de primaria quizás yo soñaba, pero no lo sé ni hay modo de averiguarlo. En mi despertar a la pubertad y la adolescencia soñaba yo mucho, sin orientación temática en lo general, pero casi siempre los sueños se referían a experiencias inmediatamente pasadas, de índole cualquiera. Estos son ahora, si acaso, vagos recuerdos que nunca me ocupé de preservar por escrito, aunque alguna vez lo pensé.

En toda mi vida sólo tengo memoria de un sueño terrorífico. De catorce o quince años, en esa fase del sueño en que se está por despertar. Mi madre entró a mi cuarto y viéndome dormido, suavemente me besó en la frente. Esa muestra de amor fue el detonante de un sueño en que sobre mi frente estaba parado, con sus cuatro patas en tan limitado espacio, un gran tigre de Bengala rugiendo y amenazante; desperté de súbito con gritos de terror. Ese sueño sigue tan vivo ahora como cuando lo tuve

Seguí soñando mucho mientras me convertía en adulto y dormía a pierna tendida, de tarde en la siesta o de noche. Llegado a la adultez, más o menos cuando me casé, bajaron muchísimo mis noches de soñar; quizás las ocupaba en otras cosas y no hubo sueños recordables.

Pasan los años, se avecina la senectud, cambian los modos de vida. Los viejos ya con años en deuda con la vida, dormimos poco y soñamos menos, si acaso soñamos. Y nuestros sueños son evanescentes; por lúcidos, emotivos o simpáticos que sean, al despertar pronto los olvidamos, con cualquier motivo, pretexto o sin alguno. Nada queda para recordar de ellos, así son. Don Pedro Calderón de la Barca estaba equivocado.



2 comentarios:

  1. Hola Rogelio me voy a hacer fan de tu blog..creo que tienes razón..la vida no es sueño..sólo y nada más y nada menos es VIDA. Y la mejor suerte que podemos tener en el transcurrir de la nuestra es recordar lo que vivimos y disfrutarla como tu siempre lo haces..y
    los sueños sueños fueron

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