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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 5 de julio de 2021

TODO EXCESO ES MALO. A PROPÓSITO DE LA RABDOMIOLISIS.

 





Este soberbio cartel del inolvidable monero Abel Quezada no aplica solamente a la cosecha de mujeres, sino a muchos otros aspectos de la vida. Uno de esos es el ejercicio físico y a éste se refiere la entrada de hoy y a una de sus enfermizas consecuencias: la rabdomiolisis.





La rabdomiolisis es una enfermedad de los músculos estriados, es decir, los voluntarios, aquellos que se mueven por las órdenes conscientes que se originan en nuestro cerebro.




La totalidad de los músculos estriados integran el sistema del movimiento y la postura y cuando este sistema se enferma se afectan el movimiento y la postura. Su cuadro clínico no es muy complejo; consiste en debilidad, dolor y aumento o reducción del volumen muscular según la etapa de la enfermedad; puede haber calambres. Esto ocurre en los territorios afectados.




Hay muchas enfermedades de los músculos, pero la que nos atañe ahora es la rabdomiolisis, que etimológicamente significa destrucción de los músculos estriados. Es una enfermedad raras veces genética. Las más de las veces es adquirida y aguda y tiene varias causas: aplastamientos musculares masivos en accidentes automovilísticos o de trabajo, consumo de drogas (cocaína, anfetaminas, heroína), algunos medicamentos como la estatinas, exposición a calor o frío extremos, convulsiones prolongadas y ejercicio muscular intenso y prolongado.  Esto último es, en la actualidad, la causa más frecuente y se considera una enfermedad de gimnasio, aunque no es excepcional en maratonistas inexpertos al término de su competencia.

Lo que sucede en esta enfermedad es que en los músculos sometidos a un estrés excesivo por trabajo intenso y prolongado, se inflaman primero sus unidades celulares (miocitos), después se rompe su membrana y se liberan sustancias que son tóxicas fuera de los miocitos, mayormente la mioglobina, que es proteína esencial para la contracción muscular. Pasan a la sangre y finalmente llegan a los riñones para pasar a la orina y eliminarse. Pero son moléculas muy grandes que tienen dificultad para pasar el filtro del riñón, se atoran ahí y lo pueden tapar. No funciona el riñón, no hay orina, y si eso no se resuelve el paciente puede morir intoxicado por sus productos de desecho que no pueden ser eliminados.

A la izquierda, miocitos normales con sus bandas  contráctiles transversales y sus núcleos periféricos sin inflamación (en negro). A la derecha, miocitos rotos con proliferación celular por inflamación y desorganización de sus vainas contráctiles transversales.


Orina color castaño oscuro,
característico en la rabdomiolisis


Los síntomas cuando esto ocurre son debilidad y dolor en los músculos afectados, puede haber calambres, malestar general, dificultad para orinar y se puede llegar a la anuria (no hay orina); puede haber fiebre La orina es característicamente de color castaño oscuro, por la mioglobina. Si no se resuelve la anuria, se puede morir por una intoxicación total al no poderse desechar por la orina todas las toxinas producto del catabolismo normal.




Los análisis de laboratorio clínico, en orina (si la hay) y en sangre, muestran la presencia de mioglobina y la presencia de enzimas productos del catabolismo normal que, al no poderse excretar por la orina, están elevadas en la sangre.

En realidad, no es difícil hacer el diagnóstico de rabdomiolisis, pero hay que conocerlo y pensar en él para hacerlo. Hay muchos casos que se escapan del diagnóstico por fallas en esto.

El tratamiento, en los casos benignos y diagnosticados pronto, suele ser sencillo y exitoso. Consiste en hidratación forzada por vía oral o intravenosa, con la idea de “limpiar el riñón”. En los casos graves, que llegan a la anuria, suele requerirse hemodiálisis por varios días. Por fortuna, estos son los menos. 

Los músculos recuperan su anatomía normal y con ello también se recupera la fuerza, pero nunca en forma total; siempre queda algún residuo de atrofia y debilidad.

Cada vez hay más casos de rabdomiolisis porque ha cundido en estos tiempo y entre los jóvenes la cultura del ejercicio en el gimnasio, que es magnífica, pero que se convierte en peligrosa cuando no se toma con juicio y buena orientación. Existen también los casos del gimnasio terapéutico para problemas emocionales, que finalmente no los resuelve el ejercicio y si puede llevar a los ejercitantes a la rabdomiolisis y en ocasiones a la muerte. Llamar la atención sobre este problema creciente entre la juventud actual fue la motivación para esta entrega. Su razón de ser se justificaría con un solo un caso que evitara.


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He de confesar que yo tuve rabdomiolisis rondando los ochenta años. En su génesis hubo ejercicio programado excesivo en forma de caminata algo más rápida que sólo contemplativa, seguida de ejercicio obligado por problemas varios que, para resolverse, requirieron de caminar casi corriendo buenos ratos y subir y bajar las infames escaleras en algunos puentes peatonales. Por la tarde-noche me sentí muy mal en casa, malestar que se elevó al máximo cuando fui a orinar y lo hice de color castaño oscuro. Me quise morir entonces, pero no lo conseguí. Me hidraté rápido y bien, por vía oral y en casa, y aquí estoy, por ahora sano y salvo. ¡Qué bien se siente uno sin rabdomiolisis!



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