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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 14 de diciembre de 2020

PARA BEETHOVEN, POR HABER NACIDO HACE 250 AÑOS

 

Hay en la ciudad de Viena un monumento a Beethoven verdaderamente bello, no sólo por su diseño y adecuación al entorno urbano, sino por su concepción ideológica. En lo alto está  Beethoven adulto, sentado, pensante y sereno, en una actitud que me recuerda a Dante. En una de las cabeceras de la base está  Prometeo encadenado, aquel espíritu renovador liberado por Beethoven; en la otra hay una alegoría, en forma de mujer, del triunfo y la alegría; en los lados están las estatuas en bronce de nueve niños traviesos, féminas y varones, que representan los hijos dilectos de Beethoven, sus nueve sinfonías. Los nueve niños tienen la misma edad, dos a tres años. 

Beethoven alguna vez escribió: "El poder es la moralidad del hombre infatigable, y también es la mía". El poder fue la ética de Beethoven. El poder fue la moralidad de su perspectiva sinfónica, poder que extendió los límites de la sinfonía hasta liberarla de las humanas imposiciones y darle una dimensión titánica.

Los grandes hombres se expresan a través de grandes obras. Tales son sus nueve sinfonías. Escucharlas y penetrar en ellas es más iluminador que leer biografías o ensayos. Así me ha ocurrido. Por ello, mi homenaje de hoy en su cumpleaños es publicar mis sentimientos y convicciones hacia ese personaje, que he desarrollado al escuchar muchas veces cada una. Pero hay una especial, la Tercera, la Heroica, que considero la más sublime creación artística de la humanidad. A ella me refiero. ¡Vale!

Beethoven en 1804, año en que
terminó la Tercera Sinfonía


“Corría el año de 1802 en Viena. Beethoven era un joven adulto, solicitado pianista y reconocido compositor de música "clásica". Había estrenado ya sus dos primeros conciertos de piano, compuesto sus dos primeras sinfonías, algunas de sus famosas sonatas para piano y piezas importantes de música de cámara. Por entonces se iniciaba su sordera y le confesó a su viejo maestro Wenzel Krumholz: "No estoy satisfecho con mis obras compuestas hasta la fecha. Desde hoy pienso seguir un camino nuevo". Ese camino fue la música romántica, y lo abrió con su Tercera Sinfonía.



La música es una forma especial del pensamiento, más allá de la filosofía. Como tal, no se da aislada, sino como parte de los fenómenos sociales del momento. Ese camino nuevo sólo lo pudo abrir un hombre nuevo, imbuido del espíritu liberal que la Revolución Francesa había desencadenado y que los soldados de Napoleón se encargaron de difundir en ese microcosmos de la Europa revuelta de principios del siglo XIX, y de ahí, a casi todo el mundo.

El Beethoven que terminó con la servidumbre de los artistas, rompió también con los viejos moldes de la música "clásica", ya colmados por Haydn, Mozart  y él mismo. El hombre se sacudía de la prepotencia y la música lo seguía en su camino libertario. Como un Prometeo encadenado, tímido se presenta el tema del cuarto movimiento de la Tercera Sinfonía. Es el motivo de la libertad, que el genio de Beethoven va descubriendo en cada variación, hasta hacerlo aparecer altivo, fuerte y hermoso en la sexta de ellas. Después, Prometeo-Beethoven rompe las últimas cadenas de la antigüedad y se abre al inmenso mundo de la música "romántica". No había forma musical de las conocidas hasta entonces que pudiera contener tanta emoción por el hombre nuevo y Beethoven inventa una Fantasía en la que, como un derroche de fuegos de artificio, aparece por todos lados, con colores y tiempos diferentes, el tema libertario, que se niega a dejarnos en una coda prolongada y jubilosa.

Portada original de la Tercera Sinfonía
titulada Napoleón. 
Título después borroneado


Beethoven, que creía en esta verdad, pensaba que Bonaparte, el Primer Cónsul de la República Francesa, era el Prometeo de los cambios sociales y a la sinfonía la llamó Bonaparte. Cuando en la primavera de 1804 supo que Napoleón se había proclamado emperador, también supo que se convertiría en un tirano. Molesto, cambió el título original y la rebautizó: "Sinfonía Heroica. Compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre". Bonaparte había muerto.

El primer tema del primer movimiento es el de Bonaparte, un verdadero "motivo conductor" que dirigirá toda la obra. Pero si se escucha bien, parece ser una variación más del de Prometeo en el cuarto movimiento. ¡Qué tema tan bello, festivo y sencillo! El segundo, más extenso, de más armonía que melodía, es un motivo de amor por el mundo entero. Pero si los temas se han criticado por algunas limitaciones, los desarrollos (que por vez primera en la historia de la música son dos para un movimiento sonata), son de los mayores logros de la música sinfónica de todos los tiempos, cuya sola existencia hubiera bastado para hacer de Beethoven el creador de la música nueva.

Portada definitiva de la
Tercera Sinfonía


El segundo movimiento es una Marcia funebre, que lamenta la muerte de los héroes, pero no sufre por ellos, pues los héroes verdaderos no sufren en su caída. Nunca se tocó para Napoleón, pero si para Beethoven, a quien el pueblo lloroso de Viena acompañó en su funeral en morado intenso, al ritmo muy lento de esta marcha en do menor.

El tercer movimiento es el Scherzo, el primero de aquellos grandes movimientos que Beethoven regaló al mundo antes que ningún otro músico, en los que la comedia y la tragedia se encuentran tan espontáneamente combinadas. La comedia es el tutti de las partes primera y tercera. La tragedia está en el trío, con su coro de tres cornos, que por primera vez en la historia de la sinfonía, se usaron.



En 1820, en la pequeña taberna Zur Rose, mientras degustaban un tierno vino blanco de Heiligenstadt, el poeta Christoff Kuffner le preguntó al ya sordo Beethoven cuál de sus ocho sinfonías era la predilecta (aun no escribía la novena). Sin duda y con énfasis contestó: "la Heroica". Aún hoy, después de la Novena, muchos habemos que mantenemos a la Tercera como nuestra favorita, favorita universal e intemporal.”

Beethoven niño


Ludwig van Beethoven es el espíritu más lúcido que la humanidad ha engendrado. Nació el 16 de diciembre de 1770 y ahora cumple doscientos cincuenta años. No ha muerto; vive entre nosotros penetrando las almas sensibles dispuestas a compartir el poder de su moralidad.

 

                             *        *         *

 



- Maestro Beethoven, hace algunos meses no quiso usted compartir una copa de vino tinto que le ofrecí. Ahora, en su cumpleaños, no se me escapa. Es el mismo que le ofrecí entonces, un tinto de La Mancha, de uva Tempranillo; tiene madera y es del que tomaba El Quijote. ¡Salud!!!

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