La poesía se dio también de
la evolución del lenguaje, cuyo enriquecimiento generó el ritmo al hablar,
elemento primario de la poesía que comparte con la música. La poesía, como la
música, son prehistóricas; no hay evidencia de donde y cuando se dieron por vez
primera.
El teatro, el arte
escénico, complejo y sofisticado, también es el resultado de una evolución
natural de ritos religiosos, aunque es mucho más reciente que las artes antes
mencionadas. Los que dicen que saben sostienen que se creó en Grecia hace unos
dos mil quinientos años.
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Florencia, cuna del Renacimiento y la ópera |
La ópera se sustenta en la
estructura de una pieza de teatro. Incluso, hay muchas óperas que están hechas
sobre piezas teatrales de gran envergadura, como de Shakespeare, pero el resto
de las artes involucradas le confiere variantes muy claras. Suele abrir con una
pieza sinfónica breve que se llama obertura y que algún tiempo se llamó
sinfonía. Después hay actos, como en el teatro, donde los monólogos, diálogos,
discusiones y comentarios se cantan por solistas (hombres y mujeres de
diferentes tesituras), dúos, tríos, y hasta sextetos y coros; estos últimos
suelen ser los comentaristas. Suele haber intermedios orquestales y en mucha
ocasiones danza o ballet, sobre todo en las producciones francesas. La ópera
termina como y cuando termina el drama. Hay óperas breves, de menos de una
hora de duración, y largas, hasta de siete, como algunas de Meyerbeer.
Ahora bien, lo que la
música en la ópera agrega al teatro convencional hablado es la emoción; la
intensifica y la hace variada hasta niveles superlativos. Esa es la magia del dramma in musica.
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Portada de la partitura de Dafne, la primera ópera, escrita en 1597 |
La creación propositiva e inteligente de la ópera (1597) y el género mismo fueron tan trascendentes en la historia del arte que marcaron el principio de la época barroca, época de ciento cincuenta años de duración y que los eruditos dan por terminada cuando murió Johann Sebastian Bach en 1750, que no compuso ópera alguna.
Cientos de compositores
han escrito miles de óperas para cientos de teatros. Ahí están. Claro que, como
sucede en todas las artes, hay las que más gustan y las que gustan menos, lo
que determina que las primeras sean las que más se pongan en escena, se graben
y se vean y escuchen.
Voy a nombrar algunos de los compositores más notables de óperas desde su origen hasta nuestros tiempos. Será en orden cronológico, sin significado de preferencia o gusto de mi parte y atenido sólo a mi memoria, sin consultar en enciclopedia alguna, escrita en viejos libros o en la Internet.
Claudio Monteverdi,
italiano, 1567 – 1643; 7 óperas.
Antonio Vivaldi,
veneciano, 1678 – 1741; 46 óperas.
Wolfgang Amadeus Mozart,
austriaco, 1756 – 1791; 22 óperas.
Giachino Rossini,
italiano, 1792 – 1868; 48 óperas.
Gaetano Donizetti,
italiano, 1797 – 1848; 72 óperas.
Vincenzo Bellini, italiano,
1801 – 1835; 9 óperas,
Richard Wagner, alemán, 1813 –
1883; 13 operas.
GiuseppeVerdi, italiano, 1813 – 1901; 29 operas.
Charles Gounod, francés,
1818 – 1893; 9 óperas.
Modesto Músorgski, ruso,
1839 – 1881; 3 óperas.
Giacomo Puccini, italiano,
1858 – 1924; 12 óperas.
Federico Ibarra Groth,
mexicano, n. 1945; 8 óperas.
Quizá algunos compositores importantes se me escapan, pero ninguno sobra.
Ahora, una lista de óperas favoritas mías, enlistadas en orden cronológico de cuando fueron estrenadas, no por preferencias.
Wolfgang Amadeus
Mozart:
“Don Juan”, 1787
Gioachino Rossini:
“El barbero de Sevilla”, 1816.
Charles
Gounod:
“Fausto”,
1859.
Richard Wagner:
“Los
maestros cantores de Nuremberg”, 1868.
Giuseppe
Verdi:
“Falstaff”,
1893.
Giacomo Puccini:
“La bohemia”,
1896.
Federico Ibarra
Groth:
“Alicia”, 1995.
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