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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 2 de agosto de 2021

EPILEPSIA, MIGRAÑA Y MIGRALEPSIA


EPILEPSIA, MIGRAÑA Y MIGRALEPSIA 


Antes de entrar en materia, aviso que la cabal comprensión de la entrada de hoy será mejor si leen antes la del 15 de febrero de este año: “Del dolor y el dolor de cabeza”, y la del 19 de marzo: “De ataques y de epilepsia”. Lo recomiendo formalmente.

La medicina es un oficio que para su desempeño utiliza información obtenida por el método científico y habilidades mixtas de aprendizaje complejo. A su vez, es aceptado que el conocimiento que brinda la ciencia siempre será aproximado, parcial y momentáneo, y en la intimidad de nuestro pensamiento, los médicos estamos convencidos de que, sobre casi cualquier tema de la medicina, es mayor la ignorancia que la sabiduría. La prudencia, entonces, es indispensable para el buen ejercicio de nuestro oficio.

Revisando la historia de la medicina, desde la antigua hasta la reciente, se da uno cuenta que a través de los años, siglos y ya milenios, los médicos hemos trabajado muchas veces en el error. Error en conocer las causas de una enfermedad o su mecanismo, error en el diagnóstico y, por ende, error en el tratamiento y prevención.

Ahora, hasta nos burlamos de ideas y acciones de nuestros colegas de hace quinientos años o más o mucho menos, hasta de apenas veinte. Cuando los médicos se dan cuenta que están trabajando sobre un piso resbaladizo e inseguro, crean nuevos términos que orienten hacia el problema sin comprometerse a explicarlos. Ejemplo es el sífilocáncer, término usado en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX. Se refería a una enfermedad que tenía características clínicas de sífilis terciaria y de cáncer y que no pudiendo demostrar la una ni el otro se usaba el término híbrido de sífilocáncer, que confundía más las cosas. Ya tiene muchos años que no se usa, y ahora es difícil encontrar referencias, aún históricas, en la Internet.

Algo más reciente, que ya nos tocó conocer y conocer a quienes creían en tal término, fue la histeroepilepsia, término fomentado por Sigmund Freud a finales del siglo XIX y en uso hasta mediados del pasado, cuando yo ya estudiaba medicina. Se refería a una enfermedad del sistema nervioso central, episódica y paroxística, que cursaba con crisis muy complejas que los clínicos no sabían distinguir si eran epilépticas o histéricas conversivas. Los electroencefalogramas no los sacaban de duda, no sabían que tratamiento ofrecer y se conformaban con informar a la familia que la paciente (predominaba en las mujeres) tenía histeroepilepsia. Esa confusión ya desapareció; ahora se tiene epilepsia o trastorno de conversión (así llaman ahora a esa forma de histeria), aunque hay ocasiones en que sigue siendo difícil distinguirlos.

Así llegamos a la migralepsia, que es el último neologismo médico importante. Reúne dos enfermedades en una y ya es de uso común en la comunidad médica neurológica actual. Lo que hace el término es reconocer que dos enfermedades que se han considerado diferentes, la epilepsia y la migraña, son una sola, por lo menos en algunos casos.

Hasta hace no mucho, nos enseñaban y aprendíamos esto, que es verdadero:

Estos cuadros son muy semejantes, y sugieren un mecanismo común de las dos enfermedades. Las dos consisten, clínicamente, en crisis que repiten, epilépticas en la epilepsia y de dolor de cabeza migrañoso en la segunda.

Se llama crisis a un episodio súbito y transitorio de alteración funcional del sistema nervioso. Las crisis epilépticas son variadas pero con frecuencia hay inconsciencia transitoria. Las crisis migrañosas casi siempre son de dolor de cabeza, casi siempre de un lado de la cabeza, hemicránea, y también hay variantes. La frecuencia de las crisis es muy variable en los dos casos, desde varias al día hasta años sin ellas y en los dos casos también, estas enfermedades “no matan, pero no dejan vivir”.

Los cuadros que ahora siguen muestran que estas dos condiciones, la epilepsia y la migraña, se tratan con los mismos medicamentos y con buen resultado en las dos enfermedades con el ácido valproico y el topiramato.


Son muchas semejanzas para ser sólo coincidencias. Tiene que haber una causa o un mecanismo común para ambas; lo que es común es el mecanismo por el que se producen las crisis.

Desde el último tercio del siglo XIX, John Huglings Jackson, médico y neurólogo inglés, intuyó que la actividad neurológica, la normal y la enfermiza, era de carácter electroquímico; tenía razón. Esto se vino a comprobar en los años veintes del siglo pasado, cuando el neurólogo alemán Hans Berger inventó el electroencefalógrafo, con el cual se demostró que la actividad del cerebro es eléctrica, digamos minieléctrica, pues los rangos de voltaje que maneja son de microvoltios. También se pudo demostrar que las crisis epilépticas se deben a descargas excesivas de voltaje de focos de neuronas cerebrales, que pueden ser fijos, desplazarse por la corteza cerebral o generalizarse.

A la izquierda: Electroencefalograma (EEG) NORMAL
A la derecha (EEG) ANORMAL,que muestra una descarga eléctrica
característica de una CRISIS EPILÉPTICA

En la migraña ocurre algo semejante y es increíble que, a pesar de coincidencias tan notables entre la migraña y la epilepsia, no contemplaran la posibilidad de mecanismos de acción iguales. Desde los años cuarenta del siglo pasado, Arístides de Azevedo Pacheco Leão, neurofisiólogo brasileño mejor conocido en el mundo científico como sólo Leão, describió la depresión cortical propagada (DCP) como una onda eléctrica que, iniciada en los lóbulos posteriores del cerebro, se desplaza hacia las partes anteriores y que está presente casi siempre en la migraña con aura, la variedad más característica de esta enfermedad.

Semejanzas más que diferencias se encuentran al comparar
la EPILEPSIA y la MIGRAÑA

Las explicaciones que se daban se referían a que las arteriolas del cerebro sufrían constricciones y dilataciones anormales durante la crisis dolorosa, pero no las relacionaban con la DCP. Los tales cambios en las arteriolas del cerebro y de las meninges, que son las cubiertas del cerebro, son ciertas, pero se deben a la estimulación electroquímica por la DCP, que también afecta a uno o a los dos nervios trigéminos, que son los grandes nervios sensitivos de la cabeza. Ahora que este conocimiento es reconocido como cierto por la mayoría de los clínicos e investigadores del sistema nervioso, la migraña empieza a perder personalidad propia y muchos pensamos que es una variedad de epilepsia.



Para el cuadro en que las crisis dolorosas de la migraña preceden y/o acompañan a crisis convulsivas característicamente epilépticas y los electroencefalogramas muestran descargas anormales del tipo que se ve en la epilepsia, se ha acuñado el nombre de MIGRALEPSIA, condición clínica que ya ha sido reconocida como enfermedad.



Ahora bien, a los migrañosos no les hace mucha gracia que los vayan a cambiar al casillero de los epilépticos.





























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