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Cavita pequeña anexa a la cava mayor de la casa familiar en Morelia. Abajo: Los borrachos de Velázquez. |
Tratando de salir del “shock” por la pérdida total e inexplicable de la entrada de hace ocho días, enfrento el reto de “la página en blanco” que se me ha aparecido y que, por difícil que sea, tengo que vencer, pues no me va derrotar un accidente informático por inexplicable que sea; y no buscaré la o las causas de lo ocurrido, pues acabaría yo pensando en la presencia de un mago maligno que me persigue por envidia. Simplemente espero que no vuelva a ocurrir; para ello, sólo debo ser cuidadoso y esperar.
Pero ahora enfrento el problema: “¿de que escribir para el próximo lunes?”. Se me ocurre que, de los temas eje de este blog, el menos visitado es el de los vinos, y si bien no soy experto profesional de ninguna rama del tema, soy un aficionado conocedor y con experiencia de más de sesenta años. Desde entonces hubo en casa, en Coyoacán, en la Ciudad de México, una cavita de no más de doce botellas. Cuando la familia migró a Morelia y habitó por muchos años una linda casa en la periferia de la ciudad, en la construcción se incluyó una cava que llegó a guardar doscientas botellas de vino. Casi siempre estuvo llena con vinos variados para diferentes gustos y ocasiones
Había blancos, tintos, pocos rosados, secos, dulces, etcétera, de diferentes naciones (siempre hubo vinos mexicanos), de buena calidad, aunque nunca muy caros. Y así compartimos y disfrutamos durante casi cincuenta años de buen beber, siempre con gusto y nunca en exceso.
Nuestro cambio de residencia a las Tierras Altas de Veracruz, cuando de mi parte cumpliré pronto ochenta y ocho años de vida, no admite el mismo nivel cuantitativo de vino para disfrutar en casa, pero ahí está la cavita que apenas soporta doce botellas, pero que casi siempre esta llena, de blancos y tintos, pocos, pero de buena calidad y precio razonable.
No tarda mucho en vaciarse y volverse a llenar; no tengo que viajar muy lejos para tenerla bien surtida.
¡Salud!
Cavita actual en las Tierras Altas de Veracruz.
Arriba y enmedio: El alegra bebedor de Franz Hals
N.B. El jueves próximo, 29 de mayo, regresan los intermezzi fotográficos de los jueves cada quince días.
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