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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 8 de septiembre de 2025

MÚSICA Y POESÍA

 



Mi esposa y yo, amantes del arte, particularmente de la música, hemos participado en grupos culturales no profesionales; todos han sido buenos y algunos muy exitosos. Ocasionalmente se han dado en nuestra casa,  reuniendo a la flor y nata de la cultura local. 

En una de ellas estuvo presente el maestro Gerhart Muench, notabilísimo músico alemán, pianista estupendo y compositor prolífico y magnífico. Le tocó vivir y sufrir la Segunda Guerra Mundial en su país de origen. Escapando de la guerra y de la muerte, anduvo por países y ciudades del mundo y terminó viviendo entre nosotros, en Tacámbaro, Michoacán, donde murió en 1988. Desde ahí, fue un músico y pedagogo prolífico. Su esposa, Vera, fue una poetisa estupenda.

Mi esposa y yo pudimos disfrutar de su arte excelso en salas de concierto, en su casa y en la nuestra, donde en ocasión alguna nos lo ofreció.


                                                         * * * * * * * * * * * * * * 

Una noche, se dio en casa una reunión más numerosa, donde algunos de los invitados presentaron obra poética.

Una dama empezó a leer la suya y después de tres o cuatro versos, Muench la detuvo y le pidió que le dejara leer el poema. Ella accedió y Muench lo hizo con una musicalidad y sentimiento inolvidables. Muench era un gran músico y poeta.

El soneto es este:



                   ATARDECER

           Celeste luz que muere tras los cerros,
           Amiga triste que muriendo avanza;
           Va dejando la tarde en lontananza,
           Sombras que cubren los pasados yerros.

           Parte la tarde triste a sus destierros,
           Llevando entre jirones de añoranza,
           Pedazos desprendidos de esperanza
           Encarcelados tras pesados hierros.

           La noche se avecina presurosa,
           Fulguran en el cielo las estrellas
           Brillando con sonrisa maliciosa.

           Se fuga ya la tarde sigilosa
           Llevando tras de si las nubes bellas
           Huyendo de la noche tenebrosa. 

                                                Sylvia Ordóñez Martínez

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