La función de ver es una función global del sistema nervioso y en ella sólo intervienen neuronas. En el ver bien participan otro tipo de estructuras.
Ver es tener
conciencia de la información que recogen, conducen y entregan las vías
visuales, interpretarla, reconocerla, ser capaz de guardarla en la memoria
y de llamarla cuando se quiera o cuando se necesite, con la posibilidad de que
esto último ocurra en ocasiones que ni lo deseamos ni lo necesitamos.
Un desgraciado que ha perdido los ojos, no ve; pero otro con los ojos sanos pero con daño en estructuras y regiones muy precisamente definidas en el cerebro, tampoco ve. Si este daño no es total, es posible que reciba luz e imágenes, pero no las puede interpretar ni reconocer, lo que no permite una función visual cabal; no es ver, en el sentido final y completo del término.
Vamos a ver cómo es esto. Las vías ópticas van desde la retina, en el interior del ojo, hasta la parte posterior del cerebro, los lóbulos occipitales. Las imágenes ópticas son analógicas al recibirse en la retina (a), que es una estructura nerviosa. Ahí son codificadas para convertirse de energía luminosa en energía eléctrica, es decir, una corriente de electrones (imágenes digitales) que transita a alta velocidad por los nervios ópticos (b) y las cintillas ópticas (c) hasta llegar al tálamo (d), donde hacen un relevo neuronal (sinapsis) para llegar, por las radiaciones ópticas (e), al área visual primaria en la corteza del lóbulo occipital (f).
Pero las imágenes digitales no se ven. Para ello, una vez llegadas a la corteza visual primaria (f) son analizadas, identificadas, decodificadas y retransformadas a analógicas a través de dos pasos sinápticos a las vecinas áreas visuales secundarias (g) y terciarias (h) y entonces se ven. Eso significa que vemos con el cerebro y no con los ojos.
La
imagen superior muestra las similitudes entre ver con las vías ópticas y
ver en una pantalla de televisión las imágenes captadas por una
videocámara.
La
cámara recibe imágenes analógicas que sus sistemas informáticos codifican y transforman
en digitales (flujo de electrones). En ese formato transcurren hasta la
videocasetera donde se analizan, identifican y codifican para continuar hasta
el televisor donde finalmente se decodifican y transforman en analógicas. Entonces las
vemos.
Quedan
algunos problemillas por resolver, no por nosotros, sino por todo nuestro
sistema de la visión. El primero es la inversión de las imágenes, problema
conocido desde hace mucho tiempo en las llamadas cámaras oscuras.
Una caja cerrada que permita el paso de luz (imágenes) sólo por una pequeña perforación en una de sus caras, proyectará, en la cara opuesta la imagen del objeto presentado, pero invertida: lo de arriba abajo y lo de la izquierda a la derecha. Eso es una cámara oscura
Si en la cara posterior
de esa cámara oscura colocamos una placa de película fotográfica sensible, la
imagen presentada se fija en ella, con la inversión ya descrita. Esto es una
cámara fotográfica.
Si alguien se coloca
detrás de una pantalla donde se proyecta la imagen externa, puede modificarla.
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Figura 9 |
La pupila (el espacio
verde entre los bordes rojos) es el orificio por donde penetran los haces
luminosos que forman las imágenes. Lo rojo es el iris, el disco perforado que
le da el color a los ojos. Lo morado es la retina (a),
un extendido de células nerviosas que es la pantalla en que se proyectan las
imágenes analógicas y donde se convierten en digitales. Los axones de estas
células nerviosas forman el nervio óptico (b),
también en morado.
Ahora bien, los individuos humanos tenemos dos ojos al frente, lo que permite tener estereoscopía, ver en tercera dimensión, conocer la profundidad de los diferentes objetos que se nos ofrecen a la vista. Una imagen única, central grande, que ocupe la totalidad de nuestro campo visual, cada ojo la recibe casi completa, excluyendo las porciones extremas laterales, cada una de las cuales sólo es percibida por el ojo del mismo lado. Pero la imagen única se recibe en cada ojo conforme a lo explicado en la Figura 9, invertida en sentido horizontal y vertical.
Desde la retina hasta la corteza
occipital, las fibras nerviosas que conducen las imágenes conservan la misma disposición
vista desde un lado: las de arriba, arriba y las de abajo, abajo; aunque las
fibras superiores conducen las imágenes de abajo y las inferiores, las de
arriba.
Si
las vemos desde arriba, finalmente ocurre lo mismo, pero con distinta
estrategia. A nivel del quiasma óptico, las fibras que van por fuera en los
nervios ópticos continúan así por las cintillas ópticas y hasta la corteza
occipital. Las que vienen por dentro se cruzan en el quiasma y se colocan por
dentro en las cintillas y hasta la corteza occipital, pero del lado contrario. El
resultado final es que, a las áreas visuales del cerebro, los lóbulos
occipitales, llegan las imágenes invertidas en lo horizontal y en lo vertical y
en cuadrantes separados, pues no hay comunicación física, a ese nivel, entre
los hemisferios cerebrales y las áreas corticales por arriba y por debajo de la
cisura calcarina.
De todo esto resulta que la imagen de esta hermosa bailarina, cuando llega a su destino final para ser vista y reconocida (gnosia), lo hace dividida en cuadrantes e invertida en los planos horizontal y vertical.
A partir de aquí y de este momento, ¿cómo le hace, cuáles son
los pasos y vías que toma el cerebro para reconstruir las imágenes y que las veamos
bien? No lo sé, pero también sé que nadie lo sabe a ciencia cierta. A
mi ya no me tocará saberlo; espero que a ustedes sí. Estén pendientes de ello.
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