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Soy Rogelio Macías-Sánchez, de tantos años ya, que se me permite no decir cuántos. Soy mexicano y vivo en México país, médico cirujano de profesión, neurocirujano y neurólogo de especialidad. Ahora y por edad, soy neurólogo y neurocirujano en retiro. Soy maestro de mi especialidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y un entusiasta de la difusión de la ciencia a la comunidad. Pero eso no es toda mi vida. Soy un amante fervoroso de la música clásica, actividad que fomento desde mi infancia. La vivo intensamente y procuro compartirla. Soy diletante en vivo y mucho disfruto, de la música grabada, mejor cuando es en compañía de almas gemelas para esto. Finalmente, amo la vida y la disfruto. Parte de ello es comer bien y beber mejor, es decir, moderado pero excelente. De aquí mi afición a los vinos y las cavas. Los conozco, los disfruto y me entusiasma compartir lo que conozco y lo que me gusta. Esta página pretende abrir una comunicación sobre los vinos, la música clásica y la neurología para profanos. Si es socorrida, el mérito será de ustedes. Diciembre de 2022

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lunes, 1 de septiembre de 2025

OÍR MÁS NO SIGNIFICA OÍR MEJOR... CONFESIONES PERSONALES.

 


Para quienes no lo sepan y para quienes lo sepan lo recuerden, he de decir que soy medico cirujano desde hace más de sesenta años, especialista en neurología y neurocirugía desde hace más de cincuenta y ahora jubilado de mi profesión y especialidades desde hace cinco. Entonces escapé a las Tierras Altas de Veracruz a terminar felizmente mi vida, como lo ha sido toda en la Ciudad de México y en Morelia. Parece que así va.

Como médico también he sido enfermo, incluso con algunos padecimientos graves que felizmente he capoteado bien. Tengo algunas fallas menores que no se han corregido a lo largo de los años, pero que no son incapacitantes y ni siquiera estorbosas.

Una de ellas es una baja de la capacidad auditiva derecha, media de magnitud y de predominio en los tonos altos, los agudos. Como nunca me ha estorbado para vivir,  nunca le hice caso ni quise usar una prótesis auditiva para mejorar mi capacidad de percibir los tonos altos a través del oído derecho.

En mi última revisión con el especialista (otorrinolaringólogo) volvió a aparecer, más severa, la falla auditiva derecha para los tonos altos, lo que no me inquietó. Alguien, muy cercano a mi, me dijo: “Yo te pediría que te hicieras del auxiliar auditivo, porque sería muy triste que llegaras a perder el gusto por la música que tanto amas”. Casi lloré de la emoción, me hice del auxiliar auditivo diseñado para mi condición y lo traigo puesto.

Ahora es claro que oigo más, por ratos de más, pero eso se mejora con un control de volumen que tiene el aparatito. Pero hay un inconveniente que no es posible desaparecer: algunos tonos, particularmente los altos, los distorsiona y los mantiene vivos aunque ya no se estén generando en el exterior; persisten oyéndose, aunque hayan desaparecido en su fuente.

No persisten en el oído; persisten en el cerebro. Porque nosotros no escuchamos con los oídos, escuchamos con el cerebro. Los oídos sólo son estaciones de paso. A saber...

                                        * * * * * * * * * * * * * * * 

... Las vías auditivas humanas son un conjunto de estructuras que transforman el sonido en señales cerebrales, comenzando con el oído externo que recoge las ondas sonoras. Luego, estas ondas vibran el tímpano y la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo) en el oído medio, amplificando la señal. En el oído interno se convierten en señales eléctricas que viajan por el nervio auditivo y ascienden por diversas estaciones neuronales hasta la corteza auditiva en el lóbulo temporal del cerebro, contralateral, donde se interpretan como sonido.


                                           Vía auditiva normal en el oído derecho.
                                   Termina en el hemisferio cerebral izquierdo.

                        Todo esto significa que escuchamos con el cerebro.

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Toda esta teoría la puse a prueba el pasado viernes, cuando acudí a un concierto de temporada de nuestra amada Orquesta Sinfónica de Xalapa. Ocupé mi asiento con mi auxiliar auditivo en mi oído derecho y encendido. Empezó la audición...

Oí bien la música, de buen volumen en general, pero desbalanceado; más volumen a la derecha que a la izquierda. Esto no fue grave, pues bajé el volumen del lado derecho con los controles de volumen del auxiliar auditivo; se ajustaron los volúmenes a la simetría.

Pero no todo estaba bien; ocasionalmente entraban por la derecha sonidos agudos intermitentes, como chirridos, no muy intensos pero estorbosos, que dependían de la presencia del auxiliar auditivo encendido, sin que pudiera evitarse su presencia. Se generaban en mi oído derecho por el estímulo del asistente.

La solución es fácil. Por ahora no usaré el auxiliar auditivo en los conciertos sinfónicos; para muchas otras cosas me ayuda claramente. Y estoy seguro que algún día me ayudará en la sala de conciertos.

Valió la pena.


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