Para quienes no lo sepan y para quienes lo sepan lo recuerden, he de decir que soy medico cirujano desde hace más de sesenta años, especialista en neurología y neurocirugía desde hace más de cincuenta y ahora jubilado de mi profesión y especialidades desde hace cinco. Entonces escapé a las Tierras Altas de Veracruz a terminar felizmente mi vida, como lo ha sido toda en la Ciudad de México y en Morelia. Parece que así va.
Como médico también he sido enfermo, incluso con algunos padecimientos graves que felizmente he capoteado bien. Tengo algunas fallas menores que no se han corregido a lo largo de los años, pero que no son incapacitantes y ni siquiera estorbosas.
Una de ellas es una baja de la capacidad auditiva derecha, media de magnitud y de predominio en los tonos altos, los agudos. Como nunca me ha estorbado para vivir, nunca le hice caso ni quise usar una prótesis auditiva para mejorar mi capacidad de percibir los tonos altos a través del oído derecho.
En mi última revisión con el especialista (otorrinolaringólogo) volvió a aparecer, más severa, la falla auditiva derecha para los tonos altos, lo que no me inquietó. Alguien, muy cercano a mi, me dijo: “Yo te pediría que te hicieras del auxiliar auditivo, porque sería muy triste que llegaras a perder el gusto por la música que tanto amas”. Casi lloré de la emoción, me hice del auxiliar auditivo diseñado para mi condición y lo traigo puesto.
Ahora es claro que oigo más, por ratos de más, pero eso se mejora con un control de volumen que tiene el aparatito. Pero hay un inconveniente que no es posible desaparecer: algunos tonos, particularmente los altos, los distorsiona y los mantiene vivos aunque ya no se estén generando en el exterior; persisten oyéndose, aunque hayan desaparecido en su fuente.
No persisten en el oído; persisten en el cerebro. Porque nosotros no escuchamos con los oídos, escuchamos con el cerebro. Los oídos sólo son estaciones de paso. A saber...
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... Las vías auditivas humanas son un conjunto de estructuras que transforman el sonido en señales cerebrales, comenzando con el oído externo que recoge las ondas sonoras. Luego, estas ondas vibran el tímpano y la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo) en el oído medio, amplificando la señal. En el oído interno se convierten en señales eléctricas que viajan por el nervio auditivo y ascienden por diversas estaciones neuronales hasta la corteza auditiva en el lóbulo temporal del cerebro, contralateral, donde se interpretan como sonido.
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