… y cuando digo “mi época”, me refiero a mis veinte, treinta, cuarenta y hasta cincuenta años de edad. Ahora, con ochenta y ocho años, ya pasó “mi época”, aunque sigo “vivito y coleando”, sano, pensando bien y disfrutando de la vida, hasta donde ella se deja. En esto último se incluye, en lugar preferente, la música como diletante, que nunca se me dio como ejecutante. No me quejo.
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Esta entrada se refiere a una experiencia verdaderamente extraordinaria, la que se nos dio el pasado 3 de octubre en la Sala Tlaqná en la ciudad de Xalapa. Fue en el concierto de temporada de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
El director fue el titular, el maestro Martin Lebel, con un programa "medio sin embargo". En la primera parte: Caprice bosque para violín y orquesta de Pablo Sarasate, español, siendo Oliver Bazán García el solista con el violín. Siguió el Concierto para xilófono y orquesta de Toshiro Mayozumi, japonés, con Daniel Luna Flores como solista. Ofreció un Encore de Piazzola. Después del intermedio, la orquesta ofreció Shéhérezade de Nicolai Rimski-Korsakov, que resultó muy lucida.
El concierto, en su totalidad, resultó lucido, pero esta entrada refiere las dos primeras obras, antes del intermedio, que merecen una mención aparte, pues los solistas fueron niños.
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Oliver Bazán García, el violinista, tiene dieciséis años, es alumno de violín en Xalapa y ya ha tenido experiencia de educación en su arte fuera del país. Es excelente como artista de gran calidad, cual violinista profesional añoso y experimentado. Su parte solista de Caprice bosque, para violín y orquesta de Pablo Sarasate, resultó estupenda y magnífica. No creo que ningún otro violinista podría hacerlo mejor.
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Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me permitió estar en este concierto, aplaudiendo a rabiar a dos niños solistas magníficos. Lo recordaré por siempre.
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